(Atlántico/InfoCatólica) San Pablo de A Dobrada es una de las catorce parroquias de Vigo que celebran este año sus bodas de oro. En 1970, el recién nombrado obispo José Delicado Baeza reestructuraba así la diócesis, respondiendo a las necesidades de una sociedad en crecimiento con nuevas iglesias y acercando las parroquias a los feligreses, tal y como explica para Atlántico su párroco, Guillermo de Juan Morado.
Mañana conmemoran esta efeméride con una eucaristía solemne en la iglesia. ¿Por qué en esta fecha?
Coincide con la celebración de la conversión del apóstol San Pablo, a cuya advocación está ofrecida, por lo que consideramos que era el día adecuado para conmemorar el 50 aniversario de la parroquia. La principal actividad será la santa misa, presidida por el obispo, Luis Quinteiro Fiuza, a las 12:30 horas.
¿Por qué está encomendada a este santo?
San Pablo es el apóstol de las gentes. Predica el evangelio a todo el mundo, no solo a los judíos, se refiere a la vocación misionera de la Iglesia, favoreciendo el contacto con los que no conocen el cristianismo. La sociedad actual es muy plural, por lo que su figura sigue de actualidad. En 1970 se creó la parroquia, al principio se celebraba la misa en la capilla del colegio Mariano, hasta que años después se construyó la propia iglesia.
¿Cuánto tiempo lleva al frente de la parroquia y cómo ha visto cambiar a su comunidad?
Llegué a San Pablo de A Dobrada en 2005 y desde 2007 soy el párroco. Si nos remontamos al menos 25 años, la situación de la parroquia era muy diferente a la actual. Ahora no existe una coincidencia entre la población y los feligreses. La comunidad de la parroquia es un pequeño rebaño que vive en medio del barrio y debe proyectar la luz del evangelio. El momento que vivimos se aproxima a los primeros tiempos del cristianismo, lo que nos lleva a concentrar esfuerzos para experimentar la fe en comunidad, así como reforzar los vínculos con los otros cristianos.
¿Hay algún perfil dominante en el feligrés del siglo XXI?
La parroquia siempre ha sido muy heterogénea. Es una familia de familas. Lo esencial es disponer un espacio comunitario, ya que la fe no se puede vivir aisladamente. A veces es difícil hacerlo en el entorno familiar, porque no todos son creyentes, o en el laboral. La parroquia tiene que ofrecer ese apoyo en la relación con Dios. Es como un oasis en el desierto, donde el hombre pueda reencontrarse con los suyos.