(AsiaNews) Las autoridades de Montenegro han aprobado en los últimos días de diciembre un proyecto de ley sobre la libertad de confesión religiosa, que suscitó muchas protestas y manifestaciones públicas, además de la condena de la Iglesia ortodoxa serbia a la cual pertenece también la jurisdicción eclesiástica sobre Montenegro. El proyecto prevé el secuestro y la nacionalización de todas las propiedades de la Iglesia ortodoxa, comprendidos los monasterios más famosos como el de Ostrog y algunos centenares de santuarios.
Los dirigentes de la Iglesia ortodoxa serbia definieron a esta ley como «discriminatoria», en cuanto dirigida contra la «Iglesia extranjera» de Serbia y los partidos de oposición han apoyado la protesta salieron a las calles en varias ciudades, bloqueando el tráfico y suscitando violentas represiones por parte de la policía. También un obispo, Metodio (Ostojc) de Dioklijsk, fue objeto de violencia, tanto que el Patriarca serbio Ireneo (Gavrilovic) invitó a «detener el terror».
El texto suscitó ásperas discusiones también en el Parlamento de Podgorica, donde las oposiciones han pedido considerar las razones de la Iglesia serbia; la coalición de mayoría rechazó discutir cualquier modificación. Delante de la amenaza de bloquear con todos los medios las votaciones, la policía intervino lanzando gases lacrimógenos en el aula y arrestó a 22 diputados del «Frente democrático» de Montenegro (ex YUgoslavia), comprendidos sus líderes Andrij Mandic y Milan Knezevic, acusados de haber agredido al presidente de la Cámar, Ivan Barjlovic. Después de estos desórdenes, los diputados de mayoría que permanecieron en el aula han aprobado por unanimidad el documento.
Por lo tanto, la ley fue aprobada y firmada por el presidente Milo Dzhukanovic, un convencido partidario de la integración de Montenegro en la Unión Europea, motivo que lo llevó a apoyar la necesidad de separar a la Iglesia nacional de la serbia. Por esto Dzhukanovic apoya a la minoría ortodoxa que se constituyó en los últimos años con el nombre de «Iglesia ortodoxa montenegrina», que pide obtener el Tomos de autocefalia como sucedió recientemente con la Iglesia ucraniana.
El Sínodo de Moscú, que se reunió a fines de diciembre, expresó todo su dolor por la situación que se creó en Montenegro: «Nos dirigimos a la comunidad internacional con el pedido de permitir la violación de los derechos de las comunidades ortodoxas de Montenegro», se lee en el mensaje difundido el 30 de diciembre. Es evidente el temor que se cree la misma situación de Ucrania, con una nueva Iglesia nacional, bendecida por Constantinopla, que provocaría el cisma con los serbios y aumentaría aquel contra los rusos, desde siempre muy relacionado con la Iglesia y el pueblo y el pueblo serbio.
El mensaje de Moscú se afirma que «aquello que tratan de imponer hoy a los creyentes de Montenegro, mañana podría suceder a aquellos de otras Iglesias» y se invita a las autoridades de Montenegro a escuchar las razones de las oposiciones y no creer en los mitos de los «chovinistas grande-serbios», que quisieran imponer el dominio de Serbia sobre toda la región. «Les pedimos-concluyó el texto- de ver en el pueblo de los creyentes a las madres y a los padres, los hermanos y hermanas, los hijos y no abandonarlos en manos de extraños, a los influjos nocivos que vienen de occidente y apoyar a la Iglesia canónica, que une a la mayoría de los ciudadanos de vuestro país».