(Asia News) En diálogo con AsiaNews, el párroco de Gaza, P. Gabriel Romanelli, sacerdote argentino del Verbo Encarnado, ha confirmano el anuncio de las autoridades israelíes de una reducción de las restricciones. «Esta noche han dicho que otorgarán más, sin hacer distinciones de edad o sexo».
Aún no se sabe a ciencia cierta a cuánto ascenderá el número final, y las nuevas autorizaciones estarán sujetas a «cuestiones de seguridad», pero se espera que «sean numerosas. Hasta ahora, han obtenido el permiso varios ancianos, tres menores de edad de una misma familia y algunos adultos. Veremos qué pasa en las próximas horas».
El padre Gabriel cuenta que los cristianos de la Franja viven «una situación de híper-surrealismo: un millar de personas, del cual solo 117 son católicos, frente a una población total de 2,3 millones». Una realidad en la que «no existe la posibilidad de moverse, donde la guerra no cesa, e incluso falta la electricidad. Sin embargo, a pesar de las dificultades, [es una comunidad que] está muy viva», tal como pudo confirmar el administrador apostólico en su reciente visita.
«En este momento - cuenta el sacerdote - se siente el barullo festivo de los estudiantes que acaban de terminar sus exámenes y juegan en el patio de la parroquia». En la Franja hay tres escuelas católicas que alojan a 2300 alumnos, en su gran mayoría musulmanes, igual que los profesores; los cristianos son 200. «Y además, los musulmanes - prosigue - aman ser educados en las escuelas católicas, pues allí se da una relación bellísima».
Junto a los institutos están el dispensario de Caritas, las casas de las religiosas y otros centros dedicados a actividades caritativas. «Las escuelas -cuenta el Padre Gabriel - son una realidad sumamente vivaz, allí no se hace política sino que se respeta la identidad religiosa de cada uno, colocando en el centro los valores y los derechos humanos, en un clima de paz», a pesar de la situación externa.
La Franja de Gaza más de una vez ha sido definida en el pasado como la mayor prisión a cielo abierto del mundo: allí, dos millones de personas viven por debajo del nivel de supervivencia, con una desocupación del 60% y una pobreza que llega al 80%. Y lo mismo vale para las familias cristianas, que suman unas 300 en toda la Franja, y de las cuales el 34% no tiene ninguna fuente de ingresos.
Para la visita de Mons. Pizzaballa «preparamos una fiesta», además de una colecta de ropa, en la que participaron los jóvenes scouts católicos y ortodoxos, y ésta luego fue distribuida en los barrios pobres. A esto se sumó la visita a los enfermos, la misa solemne con 12 primeras comuniones y cuatro confirmaciones, un número alto considerando el número total de católicos. Aquí se bautiza a todos los niños recién nacidos, la fe tiene un valor profundo e identitario, a diferencia de lo que sucede en otras partes. Pienso incluso en Buenos Aires, mi ciudad, donde el número de no bautizados es enorme».
En un contexto difícil, subraya el sacerdote, «la razón de la esperanza viene del Señor: aquí no hay montañas hacia donde levantar la mirada, y sin embargo, cada mirada se dirige al cielo, de donde viene toda ayuda, como bien reza el salmo». La ayuda y el consuelo, «no vienen del mar, no vienen de los muros, la salvación no viene de los túneles, yo trato de enseñar a leventar la mirada; no como una huida, sino para caminar hacia el Señor de la historia. Todos los días proponemos la adoración al Santísimo, el mes pasado rezamos el Rosario por 40 horas, pidiendo por la paz y la justicia».
Hay varios proyectos, como el estudio del inglés o informática, «sin pensar demasiado en el futuro, sino valorizando el presente y apuntando a la educación espiritual y humana» para hacer frente a los males endémicos, «ante todo, a la desocupación, que llega a picos del 70% entre los jóvenes. Un área donde el despoblamiento es muy fuerte, sobre todo viendo que en el último año entre los musulmanes han huido 25.000 personas a través del cruce de Rafat».
En conclusión, el sacerdote quiere hacer tres peticiones a la Iglesia mundial y a los católicos de todo el mundo: «La primera, es rezar por nosotros, sobre todo el Rosario a la Virgen, por la paz y la justicia; segundo, dar a conocer nuestra situación y continuar hablando de ella de un modo claro, justo y equilibrado, por el bien de todos. Como decía Juan Pablo II, la paz en el Oriente Medio y en el mundo pasa por aquí, por Jerusalén, por la Tierra Santa; por último, pido ayudarnos en un sentido material, creando oportunidades de trabajo, para frenar el éxodo; no nos olvidemos de que Gaza también es objeto de un embargo económico, además de político y militar».