(Agencias/InfoCatólica) En una revista sobre moda, belleza, actualidad y el poder femenino en la que colabora desde hace unos meses, la también expresidenta de Castilla-La Mancha ofrece su opinión sobre diversos temas que fueron debatidos en el reciente Sínodo de la Amazonía. Le extraña a Cospedal que «ni por asomo se considere que el problema de la falta de vocaciones se puede resolver permitiendo la ordenación de mujeres sacerdotes» y que antes de la ordenación de mujeres «se plantee la posibilidad de ordenar a sacerdotes casados».
Señala María Dolores de Cospedal que «muchos piensan que los sacerdotes podrían ejercer mejor sus funciones sobre la hipotética abolición del celibato eclesiástico», y así «se evitarían muchos casos de ruptura de la regla conocidos y aceptados de forma completamente hipócrita» y, como ejemplo de ello, destaca «el hijo del cura, la prima lejana con hijos que cuida del cura, por no hablar de los hijos de los papas y obispos en épocas pasadas pero florecientes de nuestra historia».
Y, subraya sobre este asunto, «para algunos incluso desaparecerían perversiones que con demasiada asiduidad se han dado en nuestra Iglesia, mejor dicho en los sacerdotes de nuestra Iglesia con relación a sus fieles (el comportamiento más abominable por la situación de poder e influencia psicológica y moral sobre el agredido)», añade.
A su juicio, los estamentos religiosos son «mucho más conservadores que el resto» y «no consideran a la mujer como parte fundamental para dirigir, pensar o decidir, sí para ejecutar, ayudar y funcionar».
Según Cospedal, cuando se plantea el sacerdocio femenino, «la jerarquía eclesial habla de absoluta imposibilidad, de que los apóstoles solo eran 12 y 12 varones, de que el papel de las mujeres en la Iglesia Católica es fundamental pero no ha de ser ese (ese por el que se accede a la jerarquía y se entra en los órganos con poder de decisión). En fin, un disparate monumental y una injusticia manifiesta que por su reflejo claramente machista provoca el rechazo de tantas mujeres jóvenes a los postulados de una Iglesia que, como de muchas de ellas, es la mía».
Tema zanjado dentro de la Iglesia Católica
San Juan Pablo II, Papa, dedicó una carta apostólica, Ordinatio sacerdotalis, a explicar por qué la Iglesia no puede ordenar mujeres como sacerdotes, poniendo toda su autoridad pontificia para zanjar definitivamente la cuestión. La carta acaba así:
«Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».