(Infobae/InfoCatólica) El anuncio del nacimiento sorprendió a todo el mundo en noviembre de 2018. El científico He Jiankui reveló en Hong Kong que había modificado embriones en el marco de una fecundación in vitro para una pareja, con el fin de crear una mutación de sus genomas que les brindaría una inmunidad natural contra el virus del sida, el VIH, durante su vida.
El procedimiento no tenía ninguna justificación médica, puesto que ya existen técnicas para impedir su contaminación por el padre seropositivo.
Desde que nacieron las gemelas, apodadas Lulu y Nana, no se ha sabido nada más. Sus padres quisieron mantener su vida en secreto.
La comunidad científica internacional y las autoridades criticaron con dureza el experimento de He Jiankui, y el caso avivó los llamamientos a prohibir los bebés modificados con las tijeras moleculares Crispr.
Un periodista de la revista MIT Technology Review recibió el manuscrito del estudio que el científico chino intentó que prestigiosas revistas científicas publicaran, en el que detalla el método y sus resultados.
Pero el texto del estudio confirma lo que muchos expertos sospechaban: en realidad demuestra que la mutación intentada en una parte del gen CCR5 no tuvo éxito, según genetistas consultados. El estudio afirma que la mutación realizada es «similar» a la que confiere la inmunidad, pero no idéntica.
Datos incluidos en los anexos señalan, además, que las gemelas sufrieron mutaciones en otros lugares de su genoma y probablemente distintas entre una célula y otra, lo que podría tener consecuencias imprevisibles.
Crispr es una técnica revolucionaria de modificación del genoma inventada en 2012, mucho más sencilla de utilizar que tecnologías anteriores. Pero las tijeras cortan a menudo al lado del lugar deseado, y los genetistas repiten que la tecnología aún dista mucho de ser perfecta para ser empleada con fines terapéuticos.
Vulneró los principios éticos establecidos y no verificó qué había hecho con la técnica empleada
«Hay muchos problemas en el caso de las gemelas Crispr. Todos los principios éticos establecidos fueron vulnerados. Pero además hay un gran problema científico: Jiankui no controló lo que hacía Crispr y eso tuvo muchas consecuencias imprevistas», dijo el profesor de genética Kiran Musunuru, de la Universidad de Pensilvania, en una entrevista reciente para la AFP.
El año pasado, los organizadores de la Segunda Cumbre Mundial de Modificación del Genoma Humano calificaron el anuncio como «muy preocupante» y pidieron una investigación independiente para verificar si, en efecto, las niñas sufrieron modificaciones en su ADN. «Incluso si las modificaciones son verificadas, el procedimiento ha sido irresponsable y no ha cumplido las normas internacionales», escribieron 14 genetistas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Japón, Australia, Corea del Sur, China e India.
Tras el polémico estudio, China ordenó la suspensión de los controvertidos experimentos de edición genética, y anunció castigos para los responsables de casos que «violan seriamente las leyes» del país y «los principios éticos». Días después se le perdió el rastro al científico.