(InfoCatólica) El Pontífice se refirió a la existencia del diablo de la siguiente manera en su homilía de ayer:
¿Y de qué tiene envidia el diablo? De nuestra naturaleza humana. ¿Sabéis porqué? Porque el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros. Y eso no puede tolerarlo, es incapaz de tolerarlo. Y entonces destruye. Esa es la raíz de la envidia del diablo, es la raíz de nuestros males, de nuestras tentaciones, es la raíz de las guerras, del hambre, de todas las calamidades del mundo.
Y:
Quisiera que cada uno pensase esto: ¿por qué hoy en el mundo se siembra tanto odio? En las familias, que a veces no pueden reconciliarse, en el barrio, en el lugar de trabajo, en la política... El sembrador del odio es ese. Por la envidia del diablo la muerte entró en el mundo. Algunos dicen: “Pero padre, el diablo no existe, es el mal, un mal tan etéreo”. Pues la Palabra de Dios es clara. Y el diablo la tomó con Jesús, leed el Evangelio: tengamos fe o no la tengamos, está claro.
No es la primera vez que el Papa enseña claramente la doctrina católica en este asunto.
Sin embargo, en dos entrevistas concedidas a medios de comunicación, el P. Arturo Sosa, al frente de la Compañía de Jesús, pretende precisamente que la figura del diablo es mítica.
En junio del 2017 declaró en una entrevista concecida al diario El Mundo que «hemos hecho figuras simbólicas, como el diablo, para expresar el mal».
Y en agosto de este año, aseguró que el demonio existe «como una realidad simbólica».
A día de hoy, nadie con autoridad en la Iglesia ha obligado al P. Sosa a retractarse de sus declaraciones heterodoxas.
Existencia del diablo
Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).
(Catecismo de la Iglesia Católica, 391)
Y:
El mal no es solamente una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y perversor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa. Se sale del cuadro de la enseñanza bíblica y eclesiástica quien se niega a reconocer su existencia; o bien quien hace de ella un principio que existe por sí y que no tiene, como cualquier otra criatura, su origen en Dios; o bien la explica como una pseudorrealidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias.
(Catequesis de San Pablo VI, Papa, en la audiencia general del miércoles 15 de noviembre de 1972)