(InfoCatólica) «Ante el sacrilegio cometido en estos días durante el sínodo, con las imágenes vergonzosas idolátricas que trajeron del Amazonia, os quiero contar lo que me pasó en esta selva de África, en Sudán del Sur, en la segunda Misa que celebré en una de las parroquias que me ha confiado el obispo, que me ha confiado la Iglesia».
Así empieza el testimonio del P. Christopher Hartley, sacerdote diocesano de Toledo y misionero, actualmente destinado en Sudán del Sur.
El P. Hartley quedó impactado ante el hecho de que los fieles de la parroquia habían decidido quemar todos los ídolos paganos que habían requisado en las casas de otros fieles que los habían escondido y les seguían dando un uso idolátrico.
La hoguera se preparó antes de rezar el Credo. El diácono que asistía al sacerdote le explicó en voz baja que los líderes seglares de la parroquia (catequistas) «no permiten que nadie tenga brujería ni ídolos de la religiones de antes, ni nada que no sea cristiano...».
Y añadió: «Han estado visitando casas y han encontrado que algunos católicos tenían escondidos algunos ídolos o imágenes, y les hacían oraciones y lo mezclaban con la religión católica y entonces les han dicho que o son católicos o se tiene que ir».
El catequista responsable determinó que la quema de los ídolos se haría cuando estuviera toda la parroquia reunida cantando el credo de la fe católica.
El misionero explica: «Yo no daba crédito a mis oídos ante lo que me estaba susurrando al oído mientras toda la asamblea cantaba el Credo a pleno pulmón. Y nada más que pensaba ¿esto por qué no lo puede ver el Papa? ¿esto por qué no lo pueden ver en el Sínodo? ... ¿Qué mas da la selva del Amazonia que la selva del África central? Si las selvas son todas selvas y los ídolos son todos ídolos y los sacrilegios son sacrilegios. Y aquí, el pueblo de Dios, que ni siquiera había tenido tiempo de consultar con su párroco había decidido que eso era lo que había que hacer».
El P. Hartley decidió decir a los fieles, al acabar la Misa, que estaba emocionado, que les felicitaba con todo el corazón, pero que la próxima vez que hagan eso le avisen, no para pedirle permiso sino para estar de nuevo presente.
El testimonio del P. Hartley, divivido en dos audios:
Parte 1:
Parte 2: