(Gaudium Press) Un sacerdote benedictino estadounidense, el P. Columba Stewart, había vivido cerca de una vasta colección de manuscritos con contenidos sacros desde el inicio de su vida religiosa en 1980, pero una particular misión lo llevó a liderar la digitalización de más de 70 millones de páginas. El esfuerzo de conservación se extiende ahora a 13 países e incluye regiones afectadas por la guerra civil y la persecución a los cristianos.
Ya había 40 millones (de documentos) cuando comencé (la digitalización en 2003). «Tenemos que estar más cerca de 60, 75 millones», indicó el sacerdote a CNS sobre su labor documental. «Puedo decirle cuántos archivos digitales: 12,5 millones de archivos digitales después de 2003, muchos de ellos son extensiones de 20 páginas. Eso sugiere que nuestro número real está más cerca de 70, 75 millones».
La llegada del religioso a esta labor se generó cuando un grupo de cristianos de Líbano pidió recuperar parte de su patrimonio manuscrito y el sacerdote fue designado para asesorar el proyecto. Un cambio de dirigencia en la biblioteca le dio acceso a los documentos y marcó el comienzo de un camino que ha permitido preservar documentos en zonas de guerra y persecución.
«Las cosas explotan muy de repente. Ya estábamos en el sitio, en ambas crisis, en Siria e Irak, respectivamente, después de haber comenzado a trabajar antes de sus crisis», relató el sacerdote.
«Las únicas colecciones de manuscritos que estamos seguros que fueron destruidas en los conflictos estaban en Mosul (Iraq), y habíamos digitalizado la mayor parte de esa colección», comentó el P. Stewart. «Tenemos colecciones de manuscritos en Siria e Irak que no se han digitalizado, pero están a salvo». Entre las metas del religioso se encuentra preservar documentos en Afganistán, algo que no considera posible por las condiciones actuales del país, e investigar otros países de Asia Central para identificar qué documentos pueden ser hallados.
Aunque su experiencia personal es muy valiosa y le mereció presentar la Conferencia Jefferson del National Endowment for the Humanities en Washington, el religioso no se considera imprescindible para la continuidad de la labor.
«Llegará el día en que ya no esté activo. Pero esto fue iniciado por monjes en la Abadía e inspirado por el carisma benedictino», comentó. «Los monjes están muy orgullosos del trabajo en la biblioteca. Creo que siempre habrá algún tipo de vínculo».
Con información de CNS.