(InfoCatólica) El cardenal venezolano indica que «llama la atención que las respuestas e indicaciones de las consultas hechas a los fieles de la Amazonia hablan poco de la situación específicamente religiosa, pastoral, eclesial, de las misiones amazónicas».
Sincretismo inaceptable
Igualmente señala que cuando el Instrumentum Laboris (IL) pide «reconocer la espiritualidad indígena como fuente de riqueza para la experiencia cristiana», usa «expresiones que para quienes no conocemos su sentido, parecen muy extrañas y ajenas a la fe católica sobre la realidad creada y su relación con el ser humano. Y parecieran evocar una especie de sincretismo cristiano-animista. Eso sería inaceptable».
La autoridad, y el sacramento del orden
El purpurado advierte que el IL, al abordar la cuestión de las funciones relacionadas con la jurisdicción propiamente eclesial, parece que propone que «puedan ser ejercidas en las comunidades indígenas por personas diversas, no sacramentalmente ordenadas»., y advierte que «las facultades religiosas, espirituales y pastorales de Obispos y presbíteros, no son funciones diversas de un operador pastoral, de un «funcionario». Son la expresión del Ministerio y Oficio (Munus) sacerdotal del Obispo y presbítero, configurados estos a Cristo sumo y eterno sacerdote por el sacramento del orden».
Ordenación de mujeres y varones casados
El cardenal Urosa recuerda que la posible ordenación de mujeres ha sido zanjada definitivamente por la Iglesia. En cuanto a la de los viri probati, hombres casados, plantea:
«Está claro que el tema de ordenar ancianos casados es asunto de disciplina, de conveniencia religiosa y pastoral, y requiere sopesar pros y contras. No es un dogma de fe. Sin duda se podría ordenarlos. Pero habría que pensar qué tipo de sacerdotes serían. ¿Unos de segunda clase? ¿Semejantes a los famosos «curas de misa y olla» del pasado? ¿Cómo se prepararían? Los diáconos permanentes requieren una preparación seria, generalmente de al menos 4 años. Y luego no andan solos. Generalmente actúan colaborando con algún obispo o algún presbítero. Cómo sería esa preparación? ¿Y cuál sería su ministerio, simplemente celebrar los sacramentos? De quien dependerían, es decir, quien sería su inmediato superior? ¿No habría conflictos entre estos sacerdotes ancianos-solo-sacramentalistas, y los párrocos o vicarios episcopales? Cómo sería su régimen económico o administrativo, es decir, quien los sostendría en diócesis o Vicariatos misioneros de suma pobreza?»
Y luego añade:
«Hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos ancianos casados. Y tal vez no resolvería los problemas de la situación actual. Yo no la veo conveniente ni útil».
En cuanto a la propuesta de dar «un ministerio oficial para la mujer», el cardenal constata que «actualmente en toda la Iglesia la mujer ya ejerce diversos ministerios: lectoras, servidoras del altar en la Eucaristía, ministras extraordinarias de la Comunión, catequistas» y recuerda que el Papa acaba de pronunciarse en contra del «diaconado femenino».
Al arzobispo emérito de Caracas concluye afirmando que «este Sínodo deberá acoger las fortalezas del Instrumentum Laboris, y superar necesariamente sus fallas y omisiones, para impulsar una labor cada vez más evangelizadora y revitalizadora de la Iglesia, no solo en Amazonas, sino en el mundo entero».