(CH/InfoCatólica) La revelación de la conducta sexual inapropiada del ex-cardenal Theodore McCarrick y otros clérigos ha instado a algunos obispos diocesanos a pedir más investigaciones, la adopción de nuevas políticas que se aplican a los obispos y actos personales de reparación. Cuatro obispos diocesanos que han hecho declaraciones públicas sobre el escándalo que compartan sus pensamientos.
El obispo Michael Olson de Fort Worth, Texas, fue de los primeros que pidió la reducción al estado laical de Theodore McCarrick, y dijo que la mala conducta de cualquier sacerdote en su diócesis encontrará «tolerancia cero».
Afirmó: «El tema pastoral con el que estamos tratando en el caso McCarrick es el de escándalo. Nuestro pueblo ya ha sufrido un trauma debido a abusos clericales en el pasado, y ahora vuelve a estar traumatizado y escandalizado. Siempre que algo como esto ocurre, en lo que están implicadas alegaciones de abuso sexual y un alto cargo eclesiástico, sugiere que la vida del Evangelio es imposible de vivir».
Añadió que él apoya las políticas diocesanas que responsabilizaban tanto a obispos como a sacerdotes por mala conducta. «Pero diría que estas políticas no son suficientes». «Necesitamos sanas políticas que lleven a mejores prácticas. No podemos simplemente decir que lo sentimos y que estamos enfadados. No se trata de nosotros, sino de las víctimas... Los culpables de delitos necesitan una conversión, que incluya un cambio de conducta… Cuando se trata de los escándalos, tenemos que ser preventivos y dinámicos, abordando cada caso cuando sucede. No queremos simplemente decir 'lo siento' una vez que ha ocurrido».
El obispo Jeffrey Monforton es el titular de la Diócesis de Steubenville en el sudeste de Ohio. Él afirmó: «Nuestro propósito en la Iglesia es compartir la luz de Cristo. No podemos permitir que los escándalos nos impidan compartir el Evangelio. El Estatuto de Dallas de 2002 fue un esfuerzo para hacer que todos fueran responsables respecto a la protección de los niños, dijo, con excepción de los obispos. Ahora el comportamiento de algunos de ellos se está cuestionando. Es nuestra obligación como obispos mostrar al pueblo de Dios que estamos aquí para servir, y que también somos responsables».
El caso McCarrick, así como otros incidentes de conducta inapropiada por parte de algunos obispos, ha proyectado «una oscura sombra» sobre el clero, y «el pueblo necesita saber que los obispos están respondiendo de una forma positiva».
El año pasado, el obispo Monforton pidió que se celebren Misas de Reparación por los pecados cometidos por eclesiásticos, y por la sanación de las víctimas de abusos. Él también adoptó prácticas penitenciales en su propia vida como medios de reparación.
Invitó a los laicos de su diócesis a implicarse en actos de reparación también, pero afirmó que «quería tener cuidado de no cargar demasiado los hombros del pueblo de Dios, ya que no son ellos los que han causado los recientes escándalos, aunque, como miembros del Cuerpo Místico de Cristo, todos tenemos un papel en la reparación».
El obispo Liam Cary preside la diócesis de Baker, Oregón, desde el año 2012. Él asegura: «Necesitamos tener una visión mejor de lo que pasó específicamente con algunos obispos, para que podamos tomar medidas efectivas a fin de prevenir que esto ocurra de nuevo».
Con respecto a McCarrick declaró: «Me recuerda la traición apostólica en las Escrituras. Ambas palabras son cruciales. Los apóstoles fueron testigos en la primera Eucaristía. La traición está ligada a ella, como decimos en la misa: la noche antes de ser entregado…».
El Obispo de Baker continúa con la comparación: «Nuestro Señor sabía quién era el traidor. Sabía que venían a capturarlo en el huerto de Getsemaní y podía haberlo evitado fácilmente, pero no lo hizo. Cuando lo llamaron por Su nombre, dio un paso adelante y salió de la oscuridad. ¿Por qué? Si Él no hubiese permitido que se le traicionara, habría sugerido que la traición es un pecado que Dios no puede perdonar, y Satanás hubiese vencido. Cuando reflexionamos sobre nuestras propias experiencias de ser traicionados, podemos apreciar todo lo que el Señor ha hecho por nosotros».
Concluyó: «Añadiría que Satanás quiere destruir la Eucaristía y puede hacerlo destruyendo el sacerdocio, y también a los obispos. Si él puede hacer esto, puede arruinar la fe del pueblo».
El obispo Joseph Strickland ha servido como obispo de Tyler, Texas desde 2012. Cree que el testimonio del arzobispo Carlo María Viganò es creíble.
Dijo: «La gente está destrozada por lo que están viendo y oyendo…. Creo que es importante en estos casos tener a las víctimas muy presentes. Hay vidas que han sido dañadas, incluso destruidas por los abusos. Todo esto es contrario a lo que nosotros en la Iglesia estamos llamados a hacer».
Los escándalos han impulsado a recuperar las Témporas en su diócesis, y afirma: «personalmente, yo hice una novena de conversión por mí mismo. Como obispo de la diócesis, pensé que era algo que necesitaba hacer. El ayuno, la abstinencia y la mortificación son partes de nuestra herencia que necesitamos revivir».
Traducido por Ana María Rodríguez para InfoCatólica