(CNA) En una carta a Bartolomé I de Constantinopla, el Papa Francisco explicó el inesperado don de una reliquia de San Pedro al líder de la Iglesia Ortodoxa Oriental en junio, un gesto que generó controversia entre algunos católicos.
El Papa escribió al patriarca ecuménico el 30 de agosto, diciendo que la decisión de dar la reliquia nació de la oración y pretendía ser un signo del trabajo continuo y la oración hacia una comunión visible entre las Iglesias ortodoxa y católica.
El Papa Francisco entregó la reliquia a un miembro de la delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que asistió a una misa en la Basílica de San Pedro para la fiesta de los santos Pedro y Pablo el 29 de junio.
Después de la misa, el Papa Francisco llevó al arzobispo ortodoxo oriental Job a una capilla en los apartamentos papales y le ofreció el relicario de la capilla como regalo. La caja de bronce contiene 9 fragmentos de lo que se cree que son los huesos de San Pedro en la necrópolis debajo de la Basílica de San Pedro.
La caja lleva la inscripción: «De los huesos encontrados en el hipogeo de la Basílica del Vaticano, que se cree que son del Beato Pedro el Apóstol».
Cuando el Papa San Pablo VI descubrió las reliquias de San Pedro durante las excavaciones en 1939, tomaron los fragmentos para guardarlos en la capilla privada de los apartamentos papales.
«Este gesto pretende ser una confirmación del trabajo que nuestras Iglesias han hecho para acercarse unas a otras: un trabajo a veces exigente y difícil, pero acompañado por signos evidentes de la gracia de Dios», escribió Francisco a Bartolomé el 30 de agosto.
«Sentí que este pensamiento me vino del Espíritu Santo, quien de muchas maneras incita a los cristianos a recuperar esa comunión plena por la cual nuestro Señor Jesucristo oró en la víspera de su gloriosa Pasión».
El Papa Francisco dijo que estaba reflexionando sobre la «determinación mutua de avanzar juntos hacia la comunión plena», y pensó en un regalo que el patriarca Atenagoras le dio a San Pablo VI de un ícono de los santos Pedro y Andrés abrazados.
Este ícono, dijo, «se ha convertido para nosotros en un signo profético de la restauración de esa comunión visible entre nuestras Iglesias a la que aspiramos y por la cual rezamos y trabajamos fervientemente».
«Por lo tanto, en la paz nacida de la oración, sentí que sería muy significativo que algunos fragmentos de las reliquias del apóstol Pedro fueran colocados junto a las reliquias del apóstol Andrés, quien es venerado como el patrón celestial de la Iglesia de Constantinopla».
La delegación ortodoxa llevó el relicario a Estambul, donde monseñor Andrea Palmieri, subsecretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, se lo entregó personalmente a Bartolomé.
Bartolomé, como patriarca de Constantinopla, es considerado como «el primero entre iguales» dentro de la comunión ortodoxa y es visto por muchos como el líder mundial de la ortodoxia.
El arzobispo ortodoxo Job calificó el gesto como «otro paso gigantesco hacia la unidad concreta».
El Papa Francisco escribió que la unión de las reliquias de Andrés y Pedro puede servir «como un recordatorio constante y un estímulo para que, en este viaje continuo, nuestras divergencias ya no se interpongan en el camino de nuestro testimonio común y nuestra misión evangelizadora al servicio de una familia humana que hoy está tentada a construir un futuro puramente secular, un futuro sin Dios».