(InfoCatólica) Los días 31 de agosto y 1 de septiembre se celebró en Concepción (Chile) el III Encuentro de Mujeres Iglesia Chile, en el que participaron 110 laicas y consagradas de todo el país. Este encuentro, publicitado por la propia Conferencia Episcopal de Chile en su página web y celebrado en el Colegio Sagrado Corazón, se centró en la difusión de una teología feminista contraria a la doctrina católica (el día 29 también la web de la Conferencia episcopal anunciaba el encuentro).
La reseña del evento, titulada «Gracias ruah, Dios madre, Jesús hermano», está cuajada de acciones de gracias a «la Ruah», la palabra hebrea que designa al Espíritu Santo y que, en esa lengua, es gramaticalmente femenina, hecho que las participantes parecen considerar como una prueba de que la tercera Persona de la Trinidad es, en algún sentido, mujer. En ese contexto, las participantes aprendieron a llamar a Dios «con toda propiedad Madre» y exigen que «nunca más» se conciba a «Dios solo como Padre». Para ello, piden «crecer en lenguaje inclusivo en todos los espacios litúrgicos» y adoptar «nuevos lenguajes simbólicos sobre Dios, no solo masculinizantes». De esta forma, rechazan el lenguaje que utilizan tanto la Biblia como la Tradición para hablar de Dios y que usó el propio Cristo, Hijo de Dios encarnado.
Asimismo, las participantes critican los «roles secundarios» de las mujeres en la Iglesia y piden «papeles protagónicos». En ese sentido, exigen «que las mujeres puedan presidir en todas las liturgias» y su «plena sacramentalidad» en la Iglesia, es decir, la ordenación de mujeres, porque «Jesús llamó también para su ministerio mujeres discípulas y apóstolas». También piden «retiros feministas» y «liturgias circulares donde todxs nos escuchemos» (sic), rechazando «que solo predique uno y el mismo» y las «prédicas que no responden a estos tiempos».
Conviene recordar a este respecto, que, en 1994, en la exhortación Ordinatio Sacerdotalis, el Papa Juan Pablo II definió de forma definitiva e infalible la imposibilidad de ordenar a las mujeres. Tanto Benedicto XVI como el Papa Francisco han recordado esta definición, que cierra la puerta definitivamente a la ordenación sacerdotal de las mujeres. La Congregación para la Doctrina de la Fe lo ha resaltado también varias veces, la última de ellas en mayo de 2018 en un documento firmado por Mons. Ladaria, Prefecto de la Congregación.
El encuentro, denominado de «sororidad» para evitar la palabra fraternidad, demasiado masculina, proporcionó «ese espacio cálido, acogedor, contenedor, receptivo que hace posible el milagro de re-conocernos, respetarnos y valorarnos en la rica diversidad que somos las mujeres». Esta diversidad implica un rechazo de la «teología patriarcal» y una «única visión de las cosas», así como de la «servidumbre de mujeres hacia la jerarquía». Por ello, las mujeres participantes denuncian también la imagen tradicional de la Virgen María y de Santa María Magdalena, que consideran «modelos estereotipados de mujeres».
En la reseña del encuentro feminista se afirma, además, que el evento finalizó «con una preciosa liturgia comulgando pan, uvas, pasas, agua, leche y miel». Según parece, esa supuesta «comunión», en opinión de las organizadoras, recordaba «los ricos frutos de la tierra y el amor de Dios regalado en la gratuidad de la creación y también en nuestro cuerpo de mujeres», aunque «en la comunión hicimos también memoria del Señor».