(CNA/InfoCatólica) El sacerdote jesuita ha mostrado su estupor ante lo ocurrido:
«Creo que la vida es un regalo. Creo que es un regalo de Dios y todos los días son una oportunidad para aprender de Dios a amar, ya que Dios está tratando de enseñarnos a amar a través de las Escrituras y el ejemplo de Cristo y de los santos. Me siento horrible ante la insinuación de que yo, o un miembro del clero u orden religiosa o de esta archidiócesis, pensamos lo contrario o podemos pronunciarnos públicametne de otra manera».
El P. Dupont está completando estudios en la Universidad de Washington de Seattle y, mientras tanto, celebra regularmente Misa en la parroquia de Santa Teresa de dicha localidad estadounidense.
Ante el escándalo causado por la bendición que impartió, junto con niños de primera comunión, al suicida Fuller, el sacerdote asegura que «no era para nada consciente de la intención del señor Fuller. No tomo parte constantemente en las conversaciones que se dan en la comunidad parroquial. Me dieron información muy escasa y tenía un conocimiento muy limitado sobre la situación del señor Fuller».
Y añade:
«Hice lo que pensé que era pastoralmente conveniente con el conocimiento que tenía. Y resulta que no tenía piezas clave de la historia, de lo contrario habría reaccionado de manera completamente diferente»
El P. Dupont explica en detalle cómo ocurrieron las cosas:
«Llegué a la iglesia y vi a un feligrés allí y le pregunté cómo estaba. Él dijo: 'Bueno, esta es la última misa de Bob Fuller', ante lo cual me quedé perplejo y le pregunté qué quería decir. Respondió: 'Bueno, Bob va a morir'. No sabía mucho sobre el señor Fuller. Sabía que estaba muy enfermo y pensé que eso significaba que su tratamiento se había teminado, o que estaba abandonando el tratamiento y le quedaban solo unos días de vida. Continué mi camino hacia la sacristía y encontré a otra pareja de feligreses que dijeron lo mismo, que esta era la última Misa de Bob. A través de esas conversaciones, me di cuenta de que este hombre, que sabía que estaba muy enfermo, querría una bendición, así que hablamos de hacer una bendición al final de la Misa. Tuvimos Misa y al final de la misma le bendecimos. Pensé que la situación pastoral era que etaba ante un hombre muy enfermo que sabe que está a punto de morir y quería asegurarme de que la Iglesia le atendiera».
Fue poco después de la Misa cuando un feligrés le contó los planes de Fuller de quitarse la vida gracias a la ley de eutanasia del estado de Washington:
«No tenía ni idea de cuáles eran sus intenciones antes de eso. En el momento en que supe de sus intenciones, me quedé completamente atónito. Me quedé impactado; y estaba realmente muy perplejo. De hecho, sigo muy perplejo».
Preguntado por el hecho de que Fuller había escrito en Facebook que un sacerdote jesuita le había dado su apoyo para hacer lo que finalmente hizo, el P. Dupont ha asegurado que él no era ese sacerdote y que desconoce quién pudo ser, si es que finalmente es cierto que las cosas ocurrieron como las contó el fallecido. Ni la archidiócesis de Seatlle ni la Compañía de Jesús han mostrado intención de investigar quién pudo ser dicho sacerdote.
A pesar de que es evidente que, independientemente de la ignorancia del P. Dupont, sj, buena parte de la comunidad parroquial conocía las intenciones de Robert Fuller -hasta tal punto que el coro parroquial estuvo en la fiesta que dio el día que eligió para suicidarse-, la archidióceis de Seattle no parece tener la intención de abrir ningún expediente.
Tampoco han querido explicar cómo es posible que, conociéndose las circunstancias de la muerte del señor Fuller, que el día de su suicidio además se «casó» por lo civil con el hombre con el que compartía su vida, se le celebrara un funeral católico.
Por último, el P. Dupont ha terminado sus explicaciones diciendo:
«Lo último que quiero hacer es formar parte de una confusión, y ciertamente no deseo cuestionar las enseñanzas de la Iglesia sobre la santidad de la vida».