(Fides) «Si el mundo continúa sin hacer nada, el resultado será el final de la presencia cristiana», lamentó el presidente de la Conferencia Episcopal. Los grupos yihadistas, según el arzobispo Dabiré, persiguen una estrategia precisa para controlar más zonas del país o al menos desestabilizarlas. «Se han instalado poco a poco en nuestro país, atacando al ejército, las estructuras civiles y la población. Ahora, su objetivo principal parecen ser los cristianos. Creo que están tratando de desencadenar un conflicto interreligioso», indica monseñor Dabiré.
«La inseguridad continúa creciendo y nos obliga a reducir nuestras actividades pastorales. Ahora es demasiado peligroso ir a ciertas zonas y me he visto obligado a cerrar dos parroquias», denuncia el presidente de la Conferencia Episcopal.
Los fieles de la Iglesia Católica representan una quinta parte de los 16,5 millones de habitantes de Burkina Faso, cuyo gobierno firmó un acuerdo con el Vaticano el 12 de julio garantizando el estatus legal de la Iglesia y comprometiéndose a «colaborar por el bienestar moral, espiritual y material de la persona humana y para la promoción del bien común».
Los lugares de culto cristianos, especialmente en el norte del país, habitados principalmente por musulmanes, han sido blanco de grupos yihadistas tras la destitución del presidente Blaise Compaore en octubre de 2014. En junio, los obispos de Burkina Faso y Níger denunciaron que sus países «llevan años bajo el control del terrorismo»