(ZENIT) La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal puertorriqueña publicó el 12 de agosto de 2019 un comunicado con motivo del juramento de la nueva gobernadora, Wanda Vázquez Garced, dándole la bienvenida y aseguran su oración por el nuevo encargo de la mandataria.
Ante la renuncia de Ricardo Rosselló Nevárez a la gobernación de Puerto Rico el 2 de agosto de 2019 y los posteriores sucesos que ocurrieron, el 7 de agosto de 2019 Wanda Vázquez Garced asumió el cargo siguiendo la Constitución como nueva gobernadora del país.
El ex gobernador Ricardo Rosselló dimitió de su cargo después de casi 2 semanas de protestas en el país que desembocaron en una huelga general levantadas por la indignación popular tras los recientes escándalos políticos.
Iniciar un «diálogo social»
«Invitamos a la nueva mandataria del país a tomar nota de lo que vive y padece este pueblo en este momento histórico», indican los dirigentes de la Conferencia Episcopal, en favor de una mayor transparencia y una tolerancia cero frente a la corrupción.
En esta línea, los prelados invitan a Wanda Vázquez a «iniciar un diálogo social, amplio y capaz de llegar a consensos y acuerdos con los diversos sectores en la sociedad y a implementar una gobernanza que busque la justicia y garantice el respeto de todos en Puerto Rico».
Los obispos llaman a la gobernadora, así como a todos los ciudadanos y dirigentes a «ceñirse a los principios básicos de la democracia y a la constitucionalidad para promover el orden, la paz social, el respeto a la dignidad y la libertad humana, los derechos y deberes personales, y la sana convivencia».
«Incertidumbre y desasosiego»
De esta manera –continúa la nota– Puerto Rico ha entrado en un proceso de transición gubernamental en momentos de «incertidumbre y desasosiego» que laceran sus expectativas democráticas.
«Este proceso de transición ocurre cuando nuestro pueblo ha adquirido una mayor conciencia social y ha tomado carta en la trascendencia de las acciones y ejecuciones de sus líderes políticos, pero, que repercuten en sus vidas y convivencia cotidiana», escriben los obispos, haciendo referencia a los grandes problemas sociales y económicos que atraviesa el país, que se traducen en fuertes medidas de austeridad que se han implementado, y que a su vez, van en detrimento de los servicios públicos.
La realidad social, económica y política actual en Puerto Rico, –escriben los obispos– «reclama de nuestros gobernantes la mayor diligencia y atención a las necesidades básicas de alimentación, vivienda, educación, salud; como también, un mejor futuro para nuestros jóvenes que les brinde seguridad y alimente su esperanza».