Año sacerdotal. Recuerdos y anhelos

No escribió tratados místicos ni sumas teológicas, no fue célebre por viajes misioneros ni por haber fundado una cadena de monasterios. Su virtud más eminente, fue vivir con sencillez su ser sacerdotal. Dios y las almas en su corazón de cura bueno. Predicar como quien transmite la verdad del evangelio sin arrogancia y sin traición. Visitar a los enfermos como quien lleva el bálsamo más importante que es la esperanza. Acoger a los pecadores en la confesión, para ofrecer la misericordia tierna y fiel del Padre Dios. Celebrar los sacramentos todos: la santa misa, los bautismos, los matrimonios; dar catequesis y caminar junto a tu pueblo.

            Queridos Hermanos y amigos: Paz y Bien.

            Para todos los curas hay un punto de partida común: el día de la ordenación sacerdotal. San Pablo dirá con emoción a su discípulo Timoteo aquello que tantas veces hemos leído los sacerdotes: renueva cada día el don que recibiste por la imposición de las manos. Efectivamente, cuando el obispo nos impuso las manos en la cabeza nos transmitía ese sagrado poder, un poder para servir, un poder ministerial, que nos hizo sacerdotes para siempre.

            Hace poco pude volver al seminario en el que me formé. Con el pasar del tiempo uno recuerda tantas cosas al recorrer aquellos pasillos, las aulas, el comedor, la biblioteca y la capilla. Hay rincones que todavía guardan los secretos de tu ilusión sacerdotal, cuando aún quedaba tanto por escribir. Y ves cómo Dios ha ido poco a poco, sorprendentemente, narrando la historia para la cual -sin yo saberlo- nací. Sin duda que ha habido renglones torcidos, borrones, alguna página en blanco y no pocos olvidos. Pero Dios ha ido escribiendo, a pesar de todo y de tanto, la historia que soñó para mí y que ha querido contar conmigo.

            El Papa ha convocado un año jubilar sacerdotal. Ha dado comienzo el viernes pasado, 19 de junio. El motivo es el 150 aniversario de la muerte de un santo cura de pueblo: San Juan María Vianney, el cura de Ars. No escribió tratados místicos ni sumas teológicas, no fue célebre por viajes misioneros ni por haber fundado una cadena de monasterios. Su virtud más eminente, fue vivir con sencillez su ser sacerdotal. Dios y las almas en su corazón de cura bueno. Predicar como quien transmite la verdad del evangelio sin arrogancia y sin traición. Visitar a los enfermos como quien lleva el bálsamo más importante que es la esperanza. Acoger a los pecadores en la confesión, para ofrecer la misericordia tierna y fiel del Padre Dios. Celebrar los sacramentos todos: la santa misa, los bautismos, los matrimonios; dar catequesis y caminar junto a tu pueblo.

            El santo cura de Ars es el patrono de los sacerdotes. En su año jubilar tenemos un motivo para renovar nuestra ilusión ministerial. Que no tenga cabida la soledad que aísla, ni la amargura que nos hace pobres hombres sin alegría, ni la relajación que mundaniza nuestra mente y seca el corazón. Es verdad que me he encontrado curas que habiendo descuidado su vida, su espiritualidad, su comunión con la Iglesia, su sincero afecto por el Señor y su entrega generosa a las personas que se les confió, llevan una vida triste y una triste vida, llena de un vacío que no sirve ni para ellos mismos.

            Pero me he encontrado, y muchísimo más, con curas llenos de ilusión, con ganas de seguir trabajando por Dios y por los demás, cuidando todo lo que implica una vida sacerdotal por dentro y por fuera; curas que rezan, que estudian, que se dan de veras a quienes como ministros del Señor están sirviendo; que aman a la Iglesia a la que nunca pretenden dar lecciones; que están dispuestos y disponibles para lo que Dios precise y la diócesis esté necesitando de ellos. Curas muy jóvenes o tal vez con muchos años, sanos o enfermos, que dan ese testimonio sencillo y precioso de seguir en la brecha, con buen humor y mucho amor, sin poner ningún precio a su tiempo.

            Es un año para vivir con esa oración en los labios: haznos santos, Señor, santos sacerdotes. Y que todo nuestro pueblo, haga suya esta plegaria también: danos sacerdotes, Señor, según tu Corazón. Curas que sepan tener su oído orante en el pecho del Maestro y sus manos en el palpitar de los hermanos. De estos curas tenemos necesidad, y estos son los curas que marcan el sendero, los únicos que nos provocan la bondad en un sincero deseo de ser cristianamente buenos.

 

+ Jesús Sanz Montes, ofm, obispo de Huesca y de Jaca

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9 comentarios

voy a llorar
Le felicito por sus frasecitas rococó, pero esa tristeza también sobreviene por la dejación total de los Sres Obispos por su presbiterio. Son un cero a la izquierda. Abandonados de Dios y de los hombres. O máquinas de cargar paroquias. Arrear y aguantar palos de arriba de abajo del centro y de adentro.
Además de escribir suaves y empalagosas exquisiteces le conmino a que llame más a sus curas y sea amigo y hermano de ellos.
Ya he visto muchos cadáveres por el camino y, muy pronto, el mío.
15/06/09 12:47 AM
anarico
Yo creo que la tragedia personal de muchos sacerdotes se debe a que entran y salen de los seminarios sin saber que la religión es conocimiento muy particular, es una ciencia, y no rollito facilón y autoengaño. Pues el rollito, el buenismo bobo, etc, llegan hasta donde llegan, y nada más; y la frustación en lo más interno de la persona manifiesta inexorablemente, como justo castigo, a mi juicio, por haber no sido verdaderos y apasionados amantes de la verdad.

Creo que los seminarios, más que otra cosa, se debería aprender y enseñar el "Camino de Perfección" tal y como lo enseñan los que lo han transitado, y dejarse de otras charadas, folclores y oficios. Nadie puede dar lo que no tiene, y la mentira ya sabemos que es pecado y tiene su castigo correspondiente.
15/06/09 10:25 AM
Siento enormemente la amargura con la que escribe el primer comentarista. Seguramente razón no le falta, pero aunque todo el mundo falle a tu alrededor, si tu trato con Dios es profundo, denso, largo, diario... nada te hará temblar. Las personas fallan, la soledad existe para todos, nos vemos muchas veces abandonados de quienes confiamos y queremos... pero nuestra ilusión, nuestra esperanza, no debe depender de ellos, ni descansar en ellos, solo en Dios y por Dios seremos felices. Las personas, por obispos que sean, no pueden dar más de lo que son, solo El, El que es plenitud llena los corazones y calma la sed. Buscar en las personas lo que solo se encuentra en Dios siempre generará decepción y tristeza. Sé de lo que hablo, cuando Dios ha querido que lo entendiera he comenzado a ser feliz. Quiero enormemente a mi marido, estoy enamorada de el, pero no suple a Dios ni con mucho. Sabido esto, soy más felíz ahora que cuando esperaba de el todo lo que Dios solo era capáz de darme. Es un buen ejemplo de sacerdote solitario pero enamorado de Dios el santo cura de Ars.
15/06/09 8:17 PM
anarico
Almudena:

Almudena acierta en todo, según mí punto de vista.
Lo primero que hay que saber es que "el alma es espiritual y no se satisface con nada de este mundo" (Prancisco de Osuna. Y que todo lo que no sea "beber el vino sagrado de la Caridad" (S. Francisco de Sales): es como nada.
Hay que recordar que la Caridad es una virtud teológica; es decir, que hace referencia a Dios ( y no a otra cosa).
Los cristianos o libamos el vino a que se refiere S. Francisco de Sales, o no somos nada. ¿Qué decir de los sacerdotes que no liban de éste vino? Una pena total.
15/06/09 10:00 PM
Flavia
Para " voy a llorar ".
Hombre, si a escribir bien tú lo llamas escribir " suaves y empalagosas exquisiteces " o " frasecitas rococó "... pues apaga y vámonos.
15/06/09 11:36 PM
Voy a llorar
A todas estas personas tan hondas y espirituales les invito que sonrían a esos sacerdotes que les atienden. Y que les ayuden, por Amor de Dios: " A mí me lo hicistéis". He visto curtidos sacerdotes, muy espirituales, venidos de treinta años de misión, caer aquí en la más honda depresión. Miren, querida y espirituosa grey: ¿Qué se va a hacer desde las diócesis o CEE en este año del sacerdocio? Nada. Cero patatero. A los hechos me remito. Luego pondrán algún cartelito ñoño para el día del seminario y tal.
16/06/09 6:23 PM
Flavia
Para " voy a llorar ".
Totalmente de acuerdo contigo en que ayudemos a los sacerdotes y no sólo rezando. Hay muchas formas, incluso acompañando a la consulta médica a un sacerdote que se encuentre solo, por ejemplo.
Ahora bien, lo de las depresiones... mira, no quiero juzgar, pero en la vida todos hemos padecido golpes atroces, te lo aseguro. Y me ha mantenido fuerte el no dejar de orar, y no porque yo sea mejor que nadie, que no lo soy, pero sí he admitido siempre mi pobreza.
No soy tan pesimista como tú respecto a que en este año no se haga nada. Pero mira, también conozco sacerdotes que no se dejan ayudar... Es que hay de todo. Y no son ellos los únicos que sufren. He visto, por ejemplo, el inmenso sufrimiento de ancianos ( ellos y ellas, seglares ) en residencias porque no recibían visitas de nadie que se interesara en ellos.
En general, lo que necesitamos todos en la Iglesia es, como suele decirse, " ponernos las pilas " en la caridad y organizar verdaderos grupos de ayuda y acompañamiento.
16/06/09 9:11 PM
Muy bien, estoy en preparación sacerdotal, y descubriendo el testimonio de sacerdotes mas expertos en fe y en años encuentro fortaleza y dignidad. Dio., nos proteja,
23/06/09 4:02 AM
Torquemada
¡Cuán crudo el testimonio de "Voy a llorar!

A mí me ha animado para rezar mucho por nuestros curas, que tan bien nos hacen, en este Año Sacerdotal.

Particularmente animo a hacer uso de las Indulgencias que la Santa Sede ha aprobado, pues sirven a quien hace uso de ellas, para la remisión de las penas por sus pecados, y a los sacerdotes por cuyo bien se ora al utilizarlas.
24/06/09 8:10 PM

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