(Zenit) Durante las últimas semanas, los profesores y educadores de Costa Rica, a los que se agregaron los estudiantes, han protagonizado numerosas protestas en contra de dicha reforma educativa.
Las manifestaciones han generado altercados con la policía y algunas personas resultaron heridas. Ante la complicada situación, el pasado lunes, 1 de julio de 2019, se produjo la renuncia del ministro de Educación, Edgar Mora.
En el texto del comunicado, titulado «Bienaventurados los que trabajan por la paz», los miembros del episcopado desean llamar la atención «sobre la importancia de colocar siempre a la persona en el centro de toda actividad» y señalan que el respeto a la dignidad de los seres humanos «conlleva, el que nos veamos todos como socios en la consecución de las metas que como sociedad pretendemos alcanzar».
El mensaje reconoce el derecho de los profesionales del sector educativo a manifestarse y a ser escuchados. En este caso, «el pueblo clama por mayor justicia social, por oportunidades de empleo, por una educación integral no ideologizada, respetando los valores éticos y morales, una educación de calidad, por una distribución más equitativa de la riqueza, atención a los pequeños productores, entre otros».
Con respecto al citado diálogo que se ha de establecer, los obispos consideran que «habrá aspectos sobre los que tienen que ceder unos y otros, pero, tomando muy en consideración lo dialogado, buscando en todo momento el bien común». Y añaden que no se puede «vaciar de contenido» el concepto de diálogo «anteponiendo intereses personales, de grupos o de poder».
Para los prelados, esta es la manera en la que se puede evitar «toda tentación de violencia», ya que la paz social es «fundamental», pero requiere la voluntad de todos para construirse.
Por último, los obispos costarricenses se dirigen al Corazón de Jesús, «para que seamos portadores de su amor transformador, en medio de la polarización y división, y que luchemos por unirnos como verdaderos hermanos».