(Gaudium Press/InfoCatólica) El sábado se trasladó la Custodia de las Santas Formas desde la parroquia de Santa María la Mayor, donde se halla la capilla que conserva las hostias, hasta la Catedral.
Tras el traslado procesional de la custodia, Mons. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, presidió una Eucaristía, al término de la cual, con las Sagradas Formas Expuestas, hubo una Vigilia de Oración.
El domingo, tras la celebración de las Vísperas en la Catedral, se celebró una procesión solemne hasta la capilla de las Santas Formas en la iglesia de Santa María la Mayor. La procesión culminó con la bendición del Santísimo en el patio del Palacio Arzobispal.
Album de fotos de la procesión
El suceso milagroso
La historia de este hecho prodigioso tiene su origen en el año 1597 cuando un penitente, muy arrepentido, se acerca al Colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares para confesar un grave pecado al Padre Juan Juárez: había cometido un robo sacrílego tomando unas hostias de varios templos.
El hombre arrepentido entrega al sacerdote las sagradas formas envueltas en papel asegurándole que las había tomado pese a que estaban ya consagradas.
El Padre Juárez por miedo a que las hostias estuviesen envenenadas, y como era el procedimiento de la época, decide guardarlas en la iglesia de los padres jesuitas.
Pasan los años, y con gran asombro se comprueba que las formas permanecen intactas, frescas, sin ningún rasgo de corrupción, como se esperaría sucediera. Así que deciden llevarlas a una cripta más húmeda, donde son colocadas con otras hostias no consagradas, éstas últimas sí se corrompen rápidamente.
Para comprobar el prodigio, en el año 1608 llega al Colegio Máximo de Alcalá de Henares, donde se hallaban entonces las hostias, el Provincial de los Jesuitas de Toledo, quien observa cómo las formas se encuentran completamente intactas, ordenando su traslado hasta el altar mayor del templo.
Las hostias son así sometidas a varios exámenes para comprobar su incorruptibilidad. Diversos expertos, entre ellos teólogos y doctores, no encuentran explicación alguna a este fenómeno, la única respuesta que dan es que se trata de un milagro.
Unos años después, en 1619, el doctor Cristóbal de la Cámara y Murgía, quien era el Vicario General de la Corte Arzobispal de Alcalá de Henares, reconoce oficialmente el suceso prodigioso.
Tristemente con la Guerra Civil Española, y el saqueo del templo, las hostias desaparecieron. Pese a ello, todos los años Alcalá de Henares recuerda el prodigio con una procesión. También, en agradecimiento a Dios por el milagro, se instituyó una capilla de adoración perpetua, que cuenta actualmente con 350 miembros.