(LifeSiteNews/InfoCatolica) El memorándum, de seis páginas, escrito en italiano y firmado en cada página por Marcio Miranda, abogado de la archidiócesis, fue distribuido a más de cien oficiales curiales de la administración vaticana. Presenta detalladamente todo lo actuado por las autoridades de la archidiócesis de Olinda y Recife, incluyendo las actuaciones e intervenciones del sacerdote de la parroquia de la niña, para intentar ayudarle y evitar el aborto de sus bebés gemelos.
En un artículo publicado el 15 de marzo en L`Osservatore Romano, el arzobispo Fisichella dijo que el anuncio de excomunión de los médicos abortistas dado por el arzobispo de Recife, José Cardoso Sobrinho, había sido precipitado, y que la diócesis no había hecho nada por ayudar a la niña.
Monseñor Fisichella escribió que “antes de pensar en la excomunión era necesario salvaguardar su vida inocente y llevarla a un nivel de humanidad del cual, nosotros, hombres de Iglesia deberíamos ser anunciadores expertos y maestros. No ha sido así, y lamentablemente se resiente la credibilidad de nuestra enseñanza que aparece ante los ojos de muchos como insensible, incomprensible y exenta de misericordia”.
Pero el memorándum cuenta una historia muy distinta. El aviso de excomunión vino, dice, como último recurso, después de que sacaron a la niña del primer hospital, el Materno Infantil en Recife, y fue llevada por autoridades estatales y miembros de un grupo activista pro- aborto, a una localización desconocida para efectuarle el aborto.
El memorándum muestra que mucho antes de hacer el anuncio, el arzobispo Cardoso había estado en contacto directo con el director del primer hospital, quien había confirmado que la niña no correría ningún riesgo llevando a término su embarazo. El director estaba considerando permitir que los doctores y las autoridades de la arquidiócesis se reunieran con la niña y su madre, y había dicho que el aborto no se llevaría a cabo sin haber obtenido el permiso específico.
Después de la desaparición de la niña, el arzobispo hizo una súplica en los medios locales pidiendo que no se realizara el aborto y advirtiendo sobre la consecuencias espirituales de los que participan en la matanza de un niño nonato a través del aborto.
Desde entonces, el arzobispo Cardoso ha sostenido que L´Osservatore Romano se ha negado a publicar su versión de la historia, incluso después que la archidiócesis publicara una fuerte refutación, en la que se decía que Fisichella había escrito su artículo sin haberse puesto en contacto con el arzobispo ni con ninguna autoridad diocesana. Cardoso dijo al periódico francés Present que es un derecho natural poder responder si alguien ha publicado información falsa, quién sabe por qué motivo.
En una carta dirigida a oficiales del Vaticano, Mons. Barreiro dijo que el artículo de Fisichella había perpetrado una injusticia contra el arzobispo Cardoso. “Si el arzobispo Fisichella, antes de escribir su artículo, hubiera verificado los hechos, estoy seguro que no habría escrito lo que ha dado a la prensa, causando daño obvio a la reputación del arzobispo José Cardoso Sobrinho”, escribió Mons. Barreiro.
En una carta enviada a líderes antiabortistas que protestaron por su artículo, monseñor Fisichella admitió que él no había entrado en contacto con nadie de la diócesis brasileña. Mencionó también que cuando se le pidió que escribiera el artículo no se le requirió que hablara con el obispo de Recife.
Pero Barreiro dijo que las órdenes de los superiores no cancelan la obligación de profundizar en los hechos de una situación antes de escribir sobre ella, en particular cuando el artículo puede dañar la fama de otra persona. Si el buen nombre de alguien es atacado públicamente, éste tiene derecho a defenderse públicamente.
El memorándum concluye diciendo que, considerando los hechos que se han presentado, es necesario que se reconozca que los juicios sobre el arzobispo Cardoso fueron precipitados e infundados y debe ser reparado el mal perpetrado en su contra, haciéndole justicia.