(Asia News) Detrás del homicidio de Anba Epiphanios, el abad del monasterio de San Macario, habría divergencias -que no han podido establecerse en detalle- entre el prelado y los dos religiosos, Wael Saad y Ramon Rasmi Mansour, más conocido con el nombre de Faltaous al-Makari.
En la noche del 29 de julio, el prior de 64 años del monasterio de San Macario, ubicado en Wadi Natrun, a unos 110 km al noroeste de El Cairo, fue encontrado sin vida y con heridas profundas en la cabeza, en el interior del instituto que se levanta en un área desértica. Tras la muerte, las autoridades de la Iglesia copta egipcia prohibieron a los monjes el uso de las redes sociales y suspendieron por un año el ingreso de aspirantes a los seminarios.
Una de las razones que condujo a la condena a muerte emitida en primera instancia el pasado 23 de febrero, fue el hecho de que los dos autores no habrían tenido «escrúpulos» al cometer el crimen y no «tuvieron en cuenta» la edad avanzada y la estatura espiritual de la víctima. Estos factores excluyen la posibilidad de conceder los atenuantes genéricos del caso.
El 24 de abril pasado, el gran muftí de Egipto examinó el caso del proceso -en el país de los faraones, la autoridad religiosa siempre expresa un juicio en los casos en los que se inflige la pena capital- y ha confirmado el veredicto en primera instancia. Tras la decisión (no vinculante) del gran Muftí, los jueces del tribunal penal de Damanhur han establecido que la sentencia es ejecutoria.
Ahora, los dos ex monjes podrán apelar en última instancia, recurriendo a la Corte Suprema.