(Asia News/InfoCatólica) En la celebración, presidida por el vicario apostólico Mons. Mons. Schmitthaeusler, participaron los representantes de los nueve departamentos pastorales de la capital camboyana.
También acudieron miembros de las jóvenes comunidades católicas de Bati y Tropeang Kragnoun, en la provincia sud-occidental de Takéo, en la frontera con Vietnam, que acaban de tener sus primeros bautizados.
Mons. Schmitthaeusler explicó en la homilía que «cada uno de los adultos llamados encontró a Jesús de modo personal, siendo acogidos y apoyados por la comunidad cristiana».
El vicario apostólico conoce personalmente el recorrido de fe de muchos entre ellos, que en algunos casos duró incluso más de 10 años. El prelado invitó a los catecúmenos a «estar orgullosos de convertirse en hijos e hijas de Dios, con la certeza que Dios está con vosotros y que os ama, sin límites». «Sed discípulos y amigos de Jesús- les dijo- y apóstoles testigos de la Nueva Noticia, en acto y verdad. Nuestra sociedad necesita de pequeñas luces. Vosotros sóis esta sal, esta luz y este fermento en la masa humana. ¡No tengáis miedo de dar testimonio!».
Para los neo-bautizados será fundamental el apoyo de toda la comunidad católica. A los sacerdotes, padrinos y a cuantos ya han recibido el bautismo el vicario apostólico de Phnom Penh dio esta exhortación:
«Estad cerca de vuestros catecúmenos. Amadlos y acompañadlos. Iluminadlos, para que en vosotros vean a otro Cristo. Es una misión que la Iglesia os confía a través de vuestro ministerio y que debe ser la prioridad en estas próximas semanas. Sean la Iglesia que recibe al futuro bautizado, que será plenamente miembro de nuestra familia y abrirá las puertas de vuestro corazón a los gritos y a las miserias de nuestra sociedad. Vuestro testimonio de cristianos será más verdadero y eficaz que las bellas palabras sobre la misión. De otro modo, nuestra Iglesia sería una Iglesia de buenas intenciones pero no daría frutos».
«Iglesia de Phnom Penh- concluyó Mons. Schmitthaeusler-, estemos orgullosos de la misión recibida y estemos a la altura de esta misión. Ruego a Dios que nos bendiga y nos mantenga en su paz, para que podamos vivir en Él y dar testimonio con fervor este amor que nos inflama y nos envía».
