(Camino Neocatecumenal) Unos 25.000 jóvenes de todo el mundo participaron del mismo. Los más numerosos fueron los de Centroamérica y el Caribe: más de 8.000. Desde Costa Rica se desplazaron finalmente unos 1.700, de Nicaragua 1.600. De El Salvador 1.200, de Honduras y Guatemala 1.550 y 300, respectivamente. Desde República Dominicana participaron unos 250. Del mismo Panamá asistieron unos 3.400.
Desde América del Sur participaron cerca de 4.600. Desde Brasil lo hicieron 2.230 jóvenes. De Chile 530, Perú 260, Colombia 320 y Ecuador 710. De Argentina acudieron 125 peregrinos, de Venezuela 120 y de Bolivia 155.
Desde primera hora de la mañana, los jóvenes fueron llegaron progresivamente al Estadio Rommel Fernández, y a pesar del calor sofocante, hicieron gala en todo momento de su alegría y entusiasmo, danzando y cantando.
El equipo internacional del Camino, formado por Kiko Argüello, el P. Mario Pezzi y Ascensión Romero, fueron los encargados de guiarlo. Estuvo presidido por el arzobispo de Boston, el cardenal Sean O’Malley. También estuvieron presentes el arzobispo de Ciudad de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa, así como el cardenal José Luis Lacunza, de la diócesis de David.
De España participaron el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Ricardo Blázquez Pérez; y el obispo auxiliar de Getafe, monseñor José Rico Pavés.
De Brasil asistieron el arzobispo de Brasilia, cardenal Sergio Da Rocha y el de São Paulo, Odilo Pedro Scherer. El Nuncio de Su Santidad en Panamá, monseñor Miroslaw Adamczyk, también asistió junto a otros obispos del mundo.
Monseñor José Domingo Ulloa agradeció «a Dios esta oportunidad de tenerlos hoy aquí a ustedes después de haber participado con la juventud del mundo en este regalo y este don que Dios ha dado a esta Iglesia y este país de Panamá». «No me canso de repetir que la transformación de este mundo, de la Iglesia solo puede venir de vosotros, los jóvenes. Ustedes son el presente de la humanidad y de la Iglesia», afirmó.
Anuncio del Kerigma: que los cristianos «sean uno»
A continuación, Kiko Argüello realizó el anuncio del Kerigma. «Este es un encuentro providencial y va a cambiar la vida de muchos de vosotros. Vuestra vida se va a transformar en una aventura: la aventura de ayudar a Jesucristo a salvar esta generación», dijo refiriéndose a la posterior llamada vocacional.
«Dios ha querido salvar el mundo a través de la necedad de la predicación. Necesitamos abrir el oído de esta generación. Cada vez que se escucha el kerigma se realiza nuestra salvación porque esta Buena Noticia explica algo que está sucediendo ahora mismo: la salvación de los hombres del infierno eterno», señaló.
«La salvación viene a través de la escucha. La Iglesia dice que la fe viene por el oído. Sin fe no se salva nadie».
El iniciador y responsable internacional del Camino lamentó que «la gente hoy no escucha porque tiene el oído cerrado. No le interesa nada de la religión, y por eso necesitamos abrir el oído de esta generación».
«Jesucristo abrió el oído haciendo milagros, porque si no nadie creía lo que decía. Hay un momento en los Hechos de los Apóstoles en que los milagros cesan porque aparece el milagro moral más grande de la historia: la Iglesia, hombres poseídos del Espíritu mismo de Dios». «Y dice Cristo: amaos como yo os he amado».
«Cristo nos amó cuando éramos sus enemigos. No tengas miedo de si tu marido es tu enemigo, o tu mujer, o quien sea. El Señor nos da el poder de amar al otro en una nueva dimensión, en la dimensión de la cruz», añadió. «Jesucristo ofreció su vida por nosotros, y así también hacen los cristianos: ofrecen su vida por los enemigos».
Durante la predicación, Kiko afirmó que «los cristianos ofrecen su vida por el enemigo» y «Dios nos llama a ser perfectamente uno en Él». «Los cristianos, no se reservan nada, viven en el otro como uno, aman siendo uno, totalmente dados al Señor, porque ‘sed uno y el mundo creerá’. El mundo está esperando que aparezca el amor».
«Cristo ha vencido a la muerte para nosotros y nos ha dado a participar de su victoria sobre ella», recordó.
«¿Quieres salvar a los hombres del infierno, de la lujuria, del adulterio, de la avaricia, del odio, de la guerra?, ¿quieres ayudar a Jesucristo a que cambie a los hombres y les haga uno con Él», preguntó a la asamblea. «Cristo nos quiere salvar a todos de la muerte y nos quiere hacer partícipes de su victoria, porque ¡Cristo ha resucitado!».
Junto al sufrimiento de Centroamérica
Antes de pedir vocaciones para el presbiterado, la vida consagrada y familias para la misión, el P. Mario Pezzi destacó que el Camino es un don inmenso del Señor. Muchos han sido bautizados, pero el «germen de vida eterna» que infunde queda como muerto.
San Pablo VI, el 8 de Mayo de 1974, dirigiéndose al Camino dijo: «vosotros hacéis lo que la Iglesia primitiva hacía antes del Bautismo. Vosotros lo hacéis después. El antes o el después da lo mismo porque es importante hacerlo y es necesaria la iniciación cristiana».
«A través de Kiko y Carmen, y vuestros catequistas, el Señor os ha dado un Camino gradual y progresivo en el cual desarrollar y hacer crecer el germen del Bautismo que, por el Espíritu Santo, tiene unas fuerzas inimaginables, hasta llegar a una fe adulta en una comunidad».
A su vez, sostuvo que «hoy sobre todo, para los hermanos y las comunidades que os encontráis en situaciones de tribulación y de sufrimiento, es más que nunca necesario ser fieles a la celebración de la Palabra y de la eucaristía en comunidad, para ser iluminados y fortalecidos, para vencer las tentaciones de desánimo, y de dudar del amor de Dios, permaneciendo agarrados con mas fuerza al Señor, invocando constantemente su ayuda y consuelo. Todos estamos en este combate, día a día».
De cara a la llamada vocacional el P. Mario Pezzi destacó: «¡Qué puede haber más maravilloso que participar de la misión misma de Cristo! Participando de su poder de dar la vida a los que están muertos, dar el perdón a los que sienten el peso de sus pecados, de celebrar la eucaristía que nos hace pasar constantemente de la muerte a la vida». «Si alguno siente la llamada de Dios al presbiterado, a la vida consagrada o a la evangelización, es un don que os hace el Señor. ¡No tengáis miedo!», finalizó.
Por su parte, Ascensión Romero recordó cómo en la JMJ en Santiago de Compostela «vi que la invitación de San Juan Pablo II a ser santo era el único camino para ser feliz». «En el encuentro vocacional posterior en Zaragoza supe que el Señor me llamaba a seguirle como mi único esposo».
«He estado 25 años en Rusia anunciando el Evangelio y el Señor me ha consolado siempre. Me ha permitido ver incontables milagros, tanta gente que al escuchar el kerigma ha cambiado de vida. Dios es buenísimo y no os defraudará», concluyó.