(Gaudium Press) Nos encontramos en la Octava de Navidad, ocho días de celebración que van desde la Natividad de Nuestro Señor hasta la solemnidad de María Madre de Dios, que tiene lugar el 1º de enero. Pero ¿Por qué se celebra?
Celebrar la Octava tiene sus raíces en el Antiguo Testamento con una costumbre judía de vivir las festividades religiosas más importantes durante ocho días. La raíz de esta tradición se halla en las Sagradas Escrituras, en el libro del Génesis 17, 10, que refiere al pacto de Abraham y su descendencia, con el signo de la circuncisión:
«Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros (...) Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones (...)».
Desde entonces la Octava, es decir, los ocho días, es tradición del Pueblo de Dios. Jesús, como judío, también fue circuncidado a los ocho días de haber nacido: «Cuando se cumplieron los ocho días y fueron a circuncidarlo, lo llamaron Jesús, nombre que el ángel le había puesto antes de que fuera concebido» (Lucas 2, 21).
Celebrar la Octava se mantiene en la tradición cristiana para dos fiestas especiales: la Navidad y la Pascua de Resurrección.
La Octava de Navidad comienza desde la Misa de Gallo del 24 de diciembre, en la noche de Navidad. A partir de este día, y por los siguientes ocho, tiene lugar la Octava de Navidad. En ella conmemora la presencia de Dios hecho hombre, hecho uno con la humanidad.
Después de la celebración de la Natividad, durante la Octava, tienen lugar varias celebraciones:
La primera ocurre el 26 de diciembre con la fiesta de San Esteban, protomártir. Dio su vida por anunciar a Cristo. Con él se recuerdan a los mártires de todos los tiempos que han entregado su vida por amor a Jesús.
El 27 de diciembre se recuerda al Apóstol San Juan, el llamado «discípulo amado». Es el único apóstol que habiendo amado a Jesús no murió martirizado. Es autor de uno de los Evangelios y de tres cartas apostólicas.
Otra de las solemnidades que se rememoran durante la Octava de Navidad es la de los Santos Inocentes el 28 de diciembre, conmemorando los niños que mató Herodes. Durante este día se recuerda de modo especial a los bebés que han sido abortados.
Dentro de la Octava también está la fiesta de la Sagrada Familia, que tiene lugar el segundo domingo de Navidad. Este día se recuerda a la Sagrada Familia de Nazaret y se propone como modelo para todas las familias.
La Octava de Navidad termina el 1º de enero con la solemnidad de María Madre de Dios. La fiesta mariana más antigua que se conoce en Occidente. Con esta celebración se inicia un nuevo año bajo la protección de Nuestra Señora como Madre de Dios, y Madre de los hijos de Dios.
Pero el tiempo de Navidad no termina el 1º de enero, ya que se extiende hasta la fiesta del Bautismo del Señor que ocurre el domingo posterior a la fiesta de la Epifanía de Señor, que es otra de las fiestas principales de la Navidad. La Epifanía, que es la manifestación del Señor a los Reyes Magos, se conmemora el 6 de enero.