(Odisur) «El conflicto bélico ha terminado en Alepo, pero ahora queda reconstruir los corazones heridos de los alepinos, de niños y grandes», reflexionó monseñor Chahda durante una rueda de prensa ofrecida en el Arzobispado de Sevilla, en el marco de la campaña promovida por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada para apoyar la supervivencia de no más 700.000 fieles que aún residen en el territorio.
«Están aprendiendo de nosotros los católicos a perdonar como Cristo lo hizo»
«Alepo es una ciudad de oración, con mucha espiritualidad. Hemos sufrido muchas pérdidas, pero ahora nos queda resconstruirla juntos, no solamente a nivel estructural sino espiritual. La guerra fue una maldición para el país, pero gracias a Dios nos ha permitido restaurar los corazones y las conciencias de cristianos y musulmanes. Muchas familias van a seguir en esas tierras, miles de sacerdotes y religiosas, colegios y catedrales en defensa de la fe. La Iglesia es la única que puede pastorear el rebaño de todos aquellos que perdieron todo», precisó Mons Chahda.
«El musulmán ha entendido que el cristiano es un hombre que ama y perdona, están aprendiendo de nosotros los católicos a perdonar como Cristo lo hizo, en el islam no hay perdón, hay ojo por ojo y diente por diente, ese es un cambio muy bueno para ellos», aseveró.
Recordó también que sacerdotes y laicos perecieron a manos de los terroristas. «No se imaginan la sangre que corría por los pasillos de las iglesias cuando los misiles derrumbaban los templos con niños y mujeres rezando dentro, da terror, terror, gente corriendo, gritando, explosiones terribles».
Igualmente explicó que la convivencia entre musulmanes y cristianos siempre ha sido de cordialidad y respeto en Siria. «De hecho, luego del conflicto armado, los sacerdotes y obispos seguimos asistiendo a los campos de refugiados a llevarles mantas, ropa y comida a los niños musulmanes, nos felicitamos mutuamente en las festividades especiales como Navidad y El Ramadán, constituimos un mosaico lindísimo y no permitiremos que los terroristas vengan a romper esta buena relación», puntualizó.
«Mi casa, la catedral fue destruida por un misil. Fue un milagro lo que salvó mi vida. Sin embargo, la Iglesia no puede abandonar Alepo, yo no me podía marchar. Me quedé para ayudar a los más necesitados y darles esperanza» afirmó.
En 2011, antes de la guerra, los cristianos sirios suponían el 10% de la población, unos 2,5 millones de personas. En la actualidad, tras la masacre de este conflicto armado, la cifra ha disminuido y no llegan al 4% de la población total.
Monseñor Chahda explicó que actualmente están requiriendo ayuda económica, especialmente para reconstruir las viviendas derrumbadas de los cristianos que aún permanecen en la región «indestructibles en la fe».