(CNA/InfoCatólica) CBS News dio como noticia, el pasado 20 de noviembre, las acusaciones contra dos sacerdotes de Houston, el P. Terence Brinkman y el P. John Keller, que actualmente se encuentran ejerciendo su ministerio en la archidiócesis.
Durante la Plenaria de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos celebrada en Baltimore la semana pasada, CBS preguntó a DiNardo si sabía que «tiene dos sacerdotes con acusaciones de abuso sexual creíbles actualmente en el ministerio activo en su diócesis»
DiNardo preguntó a qué sacerdotes se hacía referencia. Al escuchar los nombres de Brinkman y Keller, respondió de inmediato que ninguna de las acusaciones contra ellos era creíble.
«Eso no es creíble», dijo DiNardo sobre la acusación contra Keller. Con respecto a la acusación contra Brinkman, el cardenal respondió igualmente que «nunca fue creíble».
Según la Carta de Dallas y las Normas Esenciales que rigen la forma en que las diócesis de los EE. UU. deben manejar las acusaciones de abuso sexual contra los sacerdotes, una acusación «creíble» es cualquier acusación que parezca verdadera o que no sea manifiestamente falsa o frívola.
Desde 2002, todas las acusaciones de abuso sexual contra un sacerdote en una diócesis estadounidense son examinadas por un comité de revisión diocesano independiente, dirigido por laicos, que determina si son «creíbles».
Citando documentos de la corte de justicia, el informe dice que el p. Brinkman fue acusado de abusar sexualmente de un menor, pero se desestimó el juicio civil. La Archidiócesis de Galveston-Houston dijo que el acusador había ofrecido una descripción física «que no coincide con el P. Brinkman».
En cuanto al P. Thomas Keller, es acusado por John LaBonte de darle alcohol y de acariciarlo en su cama durante un viaje nocturno. LaBonte tenía 16 años en el momento del presunto incidente.
LaBonte le dijo a CBS que presentó su alegación a la entonces Diócesis de Galveston-Houston en 2002, en el punto culminante de la última crisis de abuso sexual en la Iglesia en los Estados Unidos.
Citando una carta que recibió en 2003, LaBonte dice que la diócesis confirmó que Keller se comportó de una manera «inapropiada para un sacerdote» y que estaba recibiendo «terapia», pero que «no pudieron concluir» que el incidente «constituyó un abuso sexual».