(Aica) «Creemos que las familias, las instituciones educativas y las comunidades religiosas son lugares de formación moral y espiritual donde los jóvenes de hoy pueden aprender a dar forma al mundo de mañana para convertirlo en un lugar mejor», se lee en la declaración final del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso sobre el segundo Coloquio Cristiano-Taoísta, que tuvo lugar en Singapur, del 5 al 7 de noviembre.
El Segundo Coloquio Cristiano-Taoísta, del que participaron unos setenta académicos y practicantes del diálogo interreligioso, cristianos y taoístas, fue organizado por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso (PCDI), la archidiócesis católica de Singapur y la Federación Taoísta de Singapur (TFS). El tema del Coloquio fue «Ética cristiana y taoísta en el diálogo».
El coloquio se centró en los siguientes temas: Crisis actual de la ética y esperanzas para el mañana; Respuestas taoístas y cristianas a la crisis ética; Instituciones sociales y transformación de las personas humanas; Desarrollo espiritual y cultivo de la persona; La ética global y la interdependencia de todos los seres humanos; Fomentar una sociedad unida y armoniosa; y orientaciones emergentes para el futuro compromiso cristiano-taoísta.
El programa también incluyó visitas culturales e interreligiosas al templo taoísta Kew Ong Yah, a la iglesia católica de la Transfiguración y a la Galería Harmony in Diversity.
En la declaración final los participantes enumeran las siguientes conclusiones:
- Reconocemos que el Segundo coloquio cristiano-taoísta ha ayudado a fortalecer nuestros lazos de amistad y a nutrir nuestro deseo de una mayor colaboración.
- Compartimos nuestras preocupaciones y esperanzas para el futuro.
- Afirmamos, debido a las enseñanzas éticas fundamentales de nuestras tradiciones religiosas de hacer el bien y evitar el mal, que nadie puede escapar a la responsabilidad moral de transformar estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas y legales injustas.
- Reconocemos que la crisis ética actual requiere un redescubrimiento de valores universales basados en la justicia social, la ecología integral y la dignidad de la vida humana en cada etapa y circunstancia. Por lo tanto, la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) sigue siendo una expresión fundamental compartida de la conciencia humana para nuestros tiempos y ofrece una base sólida para promover un mundo más justo.
- Creemos en la capacidad de nuestras tradiciones religiosas para inspirar una respuesta multifacética a los desafíos de nuestros tiempos. Por lo tanto, es necesario mejorar los métodos de comunicación de nuestras tradiciones e historias en un idioma que sea fácilmente comprensible.
- Creemos que las familias, las instituciones educativas y las comunidades religiosas son lugares de formación moral y espiritual donde los jóvenes de hoy pueden aprender a dar forma al mundo de mañana para convertirlo en un lugar mejor.
- Hemos visto que los intercambios interpersonales y académicos entre nuestras tradiciones religiosas han hecho posible que trabajásemos juntos para crear los marcos éticos necesarios para el bien común de esta generación y de las futuras».