(ACN) La violencia en México sigue en aumento y los miembros del clero no están al margen de esta realidad. En lo que va de 2018 son ya 7 presbíteros asesinados, pero también se han dado casos de secuestro, ataques violentos contra templos y atentados con explosivos. En el anterior sexenio presidencial de Felipe Calderón fueron 17 los sacerdotes asesinados, en el actual sexenio de Enrique Peña Nieto la cifra ha aumentado alarmantemente a 26.
«No existe una causa única, pero en los casos analizados sí vemos un modus operandi de extorsión, secuestro, asesinato y más tarde difamación de la figura del sacerdote, desacralizándola», afirma el padre Omar Sotelo, director del Centro Católico Multimedial, una agencia de noticias especializada en el seguimiento de ataques contra la Iglesia en México. «Cuando se asesina a un sacerdote se está lanzando el mensaje de que si puedo matar a un cura entonces puedo matar a cualquiera. Se consigue así desestabilizar a la comunidad y generar una cultura del silencio que hace que los cárteles de la droga y el crimen organizado anden a sus anchas».
Los secuestros y asesinatos no son una novedad en México, aunque en los últimos años crece la opinión pública sobre este tema y se pide a las autoridades civiles que tomen medidas si no quieren perder del todo la credibilidad por parte de la sociedad.
«Llevamos así 15 años y los ataques comenzaron hace 25, con el asesinato de Mons. Posadas, arzobispo de Guadalajara que fue asesinado por su oposición a las mafias de la droga», asegura Julieta Appendini, directora de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, «no es que los sacerdotes sean un blanco más fácil. Según las investigaciones, el 80% de los casos de asesinato eran sacerdotes de áreas rurales, muy comprometidos con el desarrollo y que hacían oposición fuerte al crimen organizado».
Otro caso reciente ha sido el ataque a la casa del cardenal Norberto Ribera, arzobispo emérito de Ciudad de México, el pasado mes de octubre. Un comando armado intentó entrar en el edificio pero la seguridad del cardenal consiguió evitar el ataque, resultado muerto uno de los agentes de seguridad. «Aún es pronto para relacionar este caso con los ataques a sacerdotes pero el uso tan fuerte de la violencia nos hace pensar en ello», reconoce el padre Sotelo que asegura que a pesar de tantos casos no se puede hablar de una persecución religiosa en México, como hubo a principios del siglo XX.
Sotelo conecta estos ataques con el asalto a iglesias y robo de objetos sagrados, una práctica también en aumento en el país: «Hay que tomar más medidas de seguridad, pero la raíz del problema va más al fondo. No solo los sacerdotes sufren la violencia, también periodistas, empresarios, la gente normal que van en autobús a su casa y son asaltados. Los feminicidios también han aumentado en el país, todos debemos ser corresponsables en levantar la denuncia y mejorar la seguridad por parte de las autoridades.»