(Asia News) Los principales adversarios son Bidzina Ivanishvili, que lidera la coalición actualmente en el gobierno, «El sueño georgiano – una Georgia democrática» (GMDG) y Grigor Bashadze, ex-ministro de Relaciones Exteriores y colaborador del ex presidente Mikhail Saakashvili, cabeza visible del bloque «Fuerza de la unidad», un conjunto de listas formado en torno al «Movimiento Unitario Nacional» (END). El tercero en discordia podría ser una mujer, Salome Zurabishvili, expresión del movimiento de los llamados «soñadores» que estuvo a cargo de Asuntos Exteriores antes de Bashadze y es una ex partidaria de Saakashvili, pasada luego a la oposición.
Durante la campaña electoral, Zurabishvili acusó a la Iglesia ortodoxa local de infringir lo acordado con el Estado, suscrito en el año 2002 entre el presidente Eduard Shevardnadze y el Katolikós (patriarca) Ilja II. Según los acuerdos, las autoridades reconocen y respetan los derechos y las propiedades de la Iglesia en el país, y los miembros del clero se comprometen a mantenerse distanciados de la política. Zurabishvili considera que la Iglesia georgiana ha incumplido lo pactado, interviniendo en el debate político de una manera tremenda. En el canal televisivo Imedi, la candidata «soñadora» declaró: «¿Cómo es posible que la Iglesia participe de un modo tan descarado en la campaña electoral?».
Las acusaciones han sido avaladas por el mismo patriarca Elías II, quien ha afirmado que «desafortunadamente, algunos miembros del clero han brindado declaraciones de contenido político con ocasión de las próximas elecciones, sosteniendo de modo indebido a uno u otro candidato. Invito a sacerdotes y obispos a abstenerse de estas acciones; en su rol de fuerza unificadora del país, la Iglesia siempre ha sido y será neutral con respecto a la política».
El enfado del Katolikós y de la candidata fue provocada por el comportamiento de un miembro del Sínodo de la Iglesia ortodoxa, el metropolitano de Chkondidskij, Petr (Tsaavi). El 18 de septiembre pasado, criticó a Zurabishvili durante una homilía dominical en la catedral de la ciudad de Martvili (Zvanetsia septentrional). El prelado acusó a la candidata por su escaso patriotismo, por el hecho de hacer nacido y crecido en Francia, al punto de que habla el georgiano con un fuerte acento francés. La «soñadora» trabajó en el pasado en el ministerio de Relaciones Exteriores de París, y recién este año renunció a la ciudadanía francesa. El metropolitano Petr la comparó con los misioneros franceses de los siglos XVIII y XIX, que llegaban a Georgia para hacer propaganda del catolicismo «engañando a la población georgiana; desde entonces se usa el término afrancesado para indicar, en georgiano, un comportamiento malicioso».
Hay que resaltar que precisamente los «soñadores», el grupo que sostiene Zurabishvili, recurren mayormente a argumentos «patrióticos»: por ejemplo, se refieren a Abjasia, ocupada por los rusos, como la «gangrena» del país. La candidata ha prometido que, en caso de ser elegida, reintegrará Abjasia y Osetia del sur a la soberanía georgiana, pero no como se hizo anteriormente - con las armas - sino partiendo del amor hacia la patria y del bienestar común de toda la población del país.
El metropolitano Petr se opone a Zurabishvili y está a favor del candidato Bashadze, representante de la facción más anti-rusa y agresiva, siguiendo la línea del ex presidente Saakashvili. En el pasado reciente, éste último se ocupó de la política ucraniana, cubriendo el cargo del gobernador de la región de Odesa entre 2015 y 2016, y participando en las acciones contra Rusia en el conflicto desatado en los últimos años. Otras posiciones de varios exponentes de la Iglesia se han alineado a favor o en contra de varios candidatos, creando un clima de confusión entre los fieles y en la población.
Los ecos del conflicto ucraniano, y del conflicto del 2011 con la Rusia de Putin en Abasia, condicionan fuertemente la política georgiana. Es por eso que la Iglesia ortodoxa de Tiflis ha tenido que recalcar en los últimos días que a nivel eclesiástico, los problemas entre Moscú, Kiev y Constantinopla son cuestiones internas de esas Iglesias, tratando de mantenerse alejada de la polémica. Las elecciones presidenciales podrían complicar aún más el panorama de la vida social y de las relaciones eclesiásticas.