(La Tercera) «Una vez más, y desde lo más hondo del corazón, en nombre de la Arquidiócesis de Santiago, imploro a quienes han sido abusados por miembros de nuestra comunidad, especialmente consagrados, el perdón y la ayuda necesaria para que nunca más estos delitos tengan lugar entre nosotros». Con esta frase, el cardenal Ricardo Ezzati reapareció ayer públicamente en una actividad religiosa luego que, en un hecho inédito, decidiera automarginarse del tedeum ecuménico de Fiestas Patrias.
El escenario elegido por el prelado para volver a la escena pública fue la conmemoración de los 400 años de la construcción de la iglesia San Francisco de Alameda. Este es uno de los edificios más antiguos que permanecen en pie, pese a los numerosos terremotos que han ocurrido en la Región Metropolitana.
Los fieles se reunieron en las afueras del templo ubicado en Alameda 816, para orar y, posteriormente, entraron al recinto en forma de procesión acompañados del cardenal Ezzati.
Ante un templo colmado por casi 600 fieles, el cardenal predicó una homilía que duró cerca de 20 minutos. En ella repasó la historia del recinto y destacó la importancia del año jubilar, período en que se realiza la remisión de los pecados. Pero también aprovechó la instancia para referirse a los delitos cometidos por religiosos:
«Los miembros de la Iglesia de Santiago necesitamos de este espacio espiritual donde implorar el perdón misericordioso de Dios por nuestras culpas, y su indulgencia por los abusos y delitos más graves que han cometido algunos hermanos y hermanas de nuestra comunidad».
El perdón que ayer pidió el cardenal Ezzati a las víctimas de abuso no es un hecho aislado. Ya en mayo pasado, en medio del X Sínodo de la Iglesia Católica, el obispo lamentó el actuar de religiosos acusados y, de paso, pidió «misericordia» para los afectados por estos delitos.
La compleja situación por la que atraviesa la Iglesia chilena es un tema ineludible para el cardenal. Por eso en la intervención que realizó en la iglesia San Francisco afirmó que «meditando el texto evangélico, me pareció ver reflejado el desconcierto eclesial de nuestros días, cuando el escándalo es grande, hace dudar y hasta perder la fe. Muchos discípulos se han alejado de Jesús y han dejado de acompañarlo. Corresponsables de esta tragedia debemos pedir perdón».
En la misma instancia, Ezzati aprovechó de enviar un mensaje claro a los fieles:
«Ante la crisis que la hace temblar, la Iglesia necesita de hombres y mujeres valientes, que sepan dar un testimonio coherente de que Dios es Dios».
Una vez finalizada la ceremonia, el cardenal no abandonó el templo inmediatamente, sino que permaneció allí por cerca de una hora. A su salida, guardó silencio y optó por no responder ninguna pregunta.