(Gaudium Press) De regreso de Venezuela, donde estuvo visitando parroquias y escuelas católicas, Dominik Kustra, de Ayuda a la Iglesia Necesitada - AIN, habló con SIAME sobre la difícil situación que enfrenta el país, la Iglesia en el país, y la muy meritoria labor que allá desarrolla la Iglesia, con programas como por ejemplo «Ollas Solidarias» y «Jornadas Médicas» que hacen llegar a la población medicinas y alimentos.
Un salario alcanza para comprar un kilo de carne y de arroz
Explicó Kustra que el 16% de los niños padece de desnutrición, la mortalidad infantil ha subido en un 30%, y la inflación -con el conexo deterioro de los salarios- fue de 1.700% el año pasado. Para tener una idea de lo poco rentables que son los ingresos de los venezolanos, un salario mínimo -el cual es el sustento del 60% de la población- sólo alcanza para comprar un kilo de carne y un kilo de arroz. Una situación calamitosa.
Dice Kustra que la Iglesia no está exenta de las intimidaciones que hace un gobierno que a todas luces es represivo: Decir cosas como que «el pueblo tiene hambre» o «que el salario no alcanza para nada», asuntos evidentes, pueden ser causal de la aplicación de la «Ley de odio a la patria».
No sólo los que viven en Venezuela; también los que emigran
Las penurias no las viven solo los que moran en Venezuela, también los que emigran forzadamente con «dos maletas». Dice Kustra que se calcula que unas 25.000 personas parten de Venezuela por día buscando el sustento básico. Por ello, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia en los países fronterizos, estos se muestran insuficientes con relación al gran flujo de inmigrantes.
«A la gente le falta de todo, incluso, no funciona bien el transporte público, tan necesario para que la gente llegue a sus trabajos, y los niños y maestros a las escuelas; para mucha gente la situación ya es insoportable. Las empresas pequeñas prácticamente no funcionan, no hay trabajo, y así como sufre el pueblo, igual sufre la Iglesia al lado de los fieles», dijo.
Ante la calamidad, los sacerdotes, además de pastores, han de ser agentes sociales para aliviar los padecimientos de la gente. «La Iglesia venezolana está desarrollando un trabajo social impresionante. Atiende escuelas, orfanatos y comedores sociales; todo esto en los barrios más pobres, pero también en las grandes ciudades de manera gratuita. El medicamento más solicitado por los venezolanos son los antidepresivos, y esto por la situación que tienen que enfrentar cada día», concluyó.