(ACI) En los últimos días la noticia de un sacerdote italiano que se «casó» con su novio español, con el que mantenía una relación en secreto desde hace diez años, fue difundida por los medios de comunicación y propició el pronunciamiento del obispo bajo cuya responsabilidad está el presbítero.
El 3 de julio el diario italiano Corriere della Sera informó del «matrimonio» del P. Giuliano Costalunga con un hombre llamado Pablo, en Gran Canaria (España), el pasado mes de abril. Ambos sostenían una relación oculta de diez años.
Desde el año 2007, el sacerdote era párroco en una iglesia de la localidad de Selva di Progno e Giazza en Verona (Italia).
Ante el escándalo que generó este hecho, el Obispo de Verona, Mons. Giuseppe Zenti, señaló que el P. Costalunga «todavía es sacerdote» y que aún no pedido formalmente la dispensa del ministerio. «Si no lo hace en breve, lo haremos de oficio», afirmó
Sobre el «casamiento» de Costalunga y el escándalo ocasionado, el Prelado dijo que «esto es algo muy triste para nuestra Iglesia».
«Uno de mis predecesores había impedido su ordenación tal vez porque comprendía que no era lo justo, pero él (Costalunga) fue a hacerse ordenar en Reti», indicó.
«Seguramente su experiencia personal es dificilísima y tristísima», expresó el Obispo y explicó que el P. Costalunga formalmente «no ha pedido ser dispensado del ministerio y por lo tanto todavía es sacerdote: si no lo hace en breve, lo haremos de oficio».
El caso
El diario Avvenire, perteneciente a los obispos italianos, explica que el P. Costalunga, con 48 años de edad, estudió en el Seminario de Verona y fue ordenado diácono en 1994.
Al año siguiente, el entonces Obispo de Verona, Mons. Attilio Nicora, decidió «no proceder a la ordenación presbiteral», pero Costalunga, haciendo caso omiso a la prohibición, buscó una diócesis que le permitiera el acceso al orden sagrado.
Al respecto, el vaticanista italiano Andrea Tornielli indicó en Vatican Insider que Costalunga llegó a la Diócesis de Rieti «donde fue acogido por el Obispo Giuseppe Molinari que lo ordenó sacerdote».
Mons. Molinari fue Obispo de Rieti entre 1989 y 1996. Luego fue designado Arzobispo de L’Aquila, donde sirvió hasta su retiro en 2013.
Cuando Mons. Flavio Carraro asumió la Diócesis de Verona, Costalunga pidió volver «aduciendo motivos de salud para acercarse a casa».
Tornielli explicó que desde hace tres años, ya con Mons. Zenti a cargo de la Diócesis de Verona, el P. Costalunga «ya no tenía la responsabilidad de párroco y siempre explicaba sus largas ausencias por motivos de salud, sin explicar a su obispo las verdaderas razones ligadas a la relación con su compañero».
El vaticanista italiano indicó que en febrero de 2018, el P. Giuliano Costalunga envió un correo electrónico al Obispado de Verona diciendo que ya no quería ser sacerdote. Su abogado dijo que «la opción de unirse en matrimonio ha sido tomada por el señor Costalunga como ciudadano libre y solo después de haber comunicado formalmente la opción de querer perder el estado clerical».
El vaticanista recordó que «no se dimite del sacerdocio con un correo electrónico» y «cualquier sacerdote sabe que existe un procedimiento para pedir la dispensa».
En declaraciones a Avvenire, Mons. Giussepe Zenti explicó que ha sido contactado por el abogado del sacerdote «ya que se trata de ‘aspectos de la vida privada del señor Costalunga’. Por lo tanto es difícil explicarme con declaraciones que habría preferido no hacer».
Mons. Zenti relató que incardinó en Verona, es decir que hizo a Costalunga formalmente sacerdote de su diócesis, «luego de una seria consulta con sus colaboradores y en señal de confianza para con él».
Por ello, lamentó, «no puedo esconder toda mi amargura que habría preferido mantener en el silencio de un corazón sangrante de padre. No me queda sino confiarlo a la misericordia de Dios».
Para Andrea Tornielli, «el caso del P. Giuliano Costalunga reabre la pregunta sobre cómo es posible que un sacerdote viva durante diez años una doble vida, ejercitando su servicio (aunque contaminado), sin que nadie se dé cuenta de nada, sin que su problema emerja y sea afrontado de alguna manera».