(Aica) El cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha escrito un mensaje, difundido ayer 26 de junio, con motivo del Día Internacional de la Lucha contra el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas.
«Esta lacra –señaló el purpurado– debe ser firmemente condenada porque está alimentada por hombres sin escrúpulos, que, cediendo a la tentación del dinero fácil, siembran muerte truncando esperanzas y destruyendo muchas familias».
El cardenal Turkson indicó en su Mensaje que «la droga es una herida infligida a nuestra sociedad, que atrapa a muchas personas en una espiral de sufrimiento y alienación. Son muchos los factores que empujan a la dependencia de las drogas, como la exclusión social, la ausencia de la familia, la presión social, la propaganda de los traficantes, el deseo de vivir nuevas experiencias».
Como contrapartida el prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral señala que «es importante promover una cultura de solidaridad y subsidiariedad orientada al bien común; una cultura que se oponga al egoísmo y a la lógica utilitaria y económica, y que, en cambio, se incline hacia el otro para escucharlo, en un camino de encuentro y relación con nuestro prójimo, sobre todo cuando es más vulnerable y frágil, como es quien hace abuso de drogas».
«Los jóvenes –explicó el cardenal Turkson tomando las palabras del papa Francisco– son las primeras víctimas de las drogas. Inmersos en una sociedad relativista y hedonista, reciben propuestas alienantes: de los valores, de una realidad concreta y encaminada hacia la plena realización de uno mismo. Las nuevas generaciones viven a menudo en una forma ‘virtual’, que les ofrece un amplio abanico de opciones para alcanzar una felicidad efímera, que al final se convierte en veneno que corroe, corrompe y mata. La persona poco a poco se destruye y con ella destruye a todos los que la rodean. El deseo inicial de fuga, en busca de una felicidad momentánea, se convierte en la devastación de la persona en su integridad, con repercusiones en todos los estamentos sociales».
En su Mensaje el purpurado propone ofrecer a los jóvenes «programas educativos eficaces y concretos, que desarrollen su potencial y eduquen sus corazones a la alegría de la profundidad, no de la superficialidad».
Prevención, rehabilitación y conversión
Asimismo señaló que «aunque la prevención sea el camino prioritario, es importante trabajar para la rehabilitación de las víctimas de las drogas en la sociedad, para devolverles la verdadera alegría de vivir, para que no se sientan discriminadas o estigmatizadas, sino aceptadas y comprendidas, para un camino de renovación interna encaminado a la búsqueda del bien».
Por último el cardenal Turkson advierte que «nunca debemos olvidar que aunque la vida de una persona haya sido un desastre, aunque esté destruida por los vicios, la droga o cualquier otra cosa, Dios está en su vida y siempre hay un espacio en el que puede crecer la buena semilla. Debemos confiar en Dios» y añadió: «Ejemplo de ello son los muchos jóvenes que, deseosos de escapar de la dependencia de la droga, se comprometen a reconstruir su vida, mirando al porvenir con confianza».
La invasión de las drogas
El informe mundial del consumo de drogas de 2017 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Onudd), señalaba que alrededor de 250 millones de personas en todo el mundo habían consumido drogas y, de ellas, 29.500.000 padecían trastornos causados por su consumo. En particular, entre los 12 millones de personas que usaban drogas inyectables, más de la mitad (6.100.000) se veían afectadas por la hepatitis C, mientras que 1.300.000 vivían con la hepatitis C, o con el virus VIH / SIDA.
El Día Internacional de la Lucha contra el Uso indebido y el Tráfico ilícito de Drogas, fue instituido por las Naciones Unidas el 7 de diciembre de 1987 para fortalecer la acción y la cooperación, a nivel nacional e internacional, de contrarrestar y promover un mayor conocimiento del fenómeno.