(Actuall) Canadá acogió la pasada semana la cumbre de, G-7 a la que acuden los líderes de siete de los países más importantes de Occidente. El primer ministro canadiense intentó proseguir su línea radical en temas morales, pero se encontró con el No de Estados Unidos.
Los pasados 8 y 9 de junio se juntaron en Canadá los líderes de siete de las grandes potencias occidentales, el G-7. Allí se encontraron Angela Merkel, Donald Trump, Emmanuel Macron, Giuseppe Conte, Shinzo Abe, Theresa May, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk.
Uno de los temas que propuso Justin Trudeau era la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y en esa línea se ha manifestado siempre su Gobierno y su política exterior a la que siempre ha calificado como «feminista». Por ello ha instalado cuotas de manera que la mitad del gabinete esté compuesto por mujeres y ha impuesto regulaciones en su partido de manera que sólo se apoye a candidatos y políticas pro-aborto.
Con la creación de un Consejo de Igualdad de Género en la cumbre Trudeau intentó incluir un llamado al «fin de la criminalización o la regulación restrictiva del aborto», y de hecho introdujo el aborto como una de las recomendaciones, así como la retirada de la política de asistencia médica global en defensa de la vida de Estados Unidos, la disposición del aborto como un componente de la asistencia humanitaria, la financiación para la promoción del aborto y las ayudas del gobierno para cubrir los abortos.
Durante las conversaciones de esos temas, varios de los dirigentes llamaron a la inclusión de los «derechos reproductivos» -que incluyen el derecho al aborto- en la declaración oficial, pero se encontraron con el muro que fue el presidente Trump que rechazó todas esas propuestas.
Eso sí, de cara a la opinión pública se trató de vender que la creación del Consejo de Igualdad de Género fue el mayor logro de la cumbre del G-7, sin hacer mención a que no se logró ningún acuerdo ni ninguna de las medidas propuestas por el primer ministro canadiense.
Curiosamente en 2010, cuando tuvo lugar la última cumbre del G-7 en Canadá, el primer ministro canadiense Stephen Harper propuso un esfuerzo global para mejorar la salud maternal e infantil, sin mencionar el aborto en ningún momento y la propuesta fue criticada por la que era en aquellos momentos secretaria de Estado del gobierno de Obama, Hillary Clinton, por no hablar del aborto. Ocho años después, han cambiado las tornas en ambos gobiernos.