(InfoCatólica) Una vez más, el periodista ateo Eugenio Scalfari ha publicado una entrevista con el Papa Francisco, en la que atribuye al Pontífice opiniones que contradicen la enseñanza de la Iglesia en temas fundamentales para la fe católica. La entrevista, publicada en La Reppublica con fecha del 28 de marzo, en plena Semana Santa, toca varios temas, entre ellos el de la vida eterna y el destino de los salvados y los condenados.
Conviene señalar que Scalfari hace gala de no utilizar grabadora ni tomar notas de sus entrevistas. Aparentemente, transcribe posteriormente las afirmaciones del entrevistado fiándose única y exclusivamente de su memoria, a pesar de la longitud de las entrevistas y de su avanzada edad (está a punto de cumplir 94 años).
Dentro de la entrevista, titulada «Es un honor ser llamado revolucionario», destaca el siguiente párrafo:
«Scalfari: Santidad, en nuestra reunión anterior me dijo que nuestra especie desaparecería en algún momento y que Dios, a partir de su fuerza creadora, crearía nuevas especies. Nunca me ha hablado de las almas que mueren en pecado e irán al infierno para sufrir allí por toda la eternidad. Sin embargo, sí que me ha hablado de que las almas buenas son admitidas a la contemplación de Dios. Pero ¿qué pasa con las almas malas? ¿Dónde son castigadas?
Papa Francisco: No son castigadas. Las que se arrepienten, reciben el perdón de Dios y entran a formar parte de las almas que lo contemplan, pero aquellas que no se arrepienten y, por lo tanto, no pueden ser perdonadas, desaparecen. No existe un infierno, existe la desaparición de las almas pecadoras».
Las afirmaciones puestas en boca del Papa Francisco por el anciano periodista, tal como están, contradicen la doctrina católica en varios aspectos. En primer lugar, niegan la existencia y eternidad del infierno, que son dogma de fe de la Iglesia Católica:
«La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, ‘el fuego eterno’ (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira» (Catecismo de la Iglesia Católica 1035; ver también 1033-1037).
Asimismo, la inmortalidad del alma, que no es destruida con la muerte ni después de ella, es dogma de fe definido por el Cuarto Concilio de Letrán. Así lo señala el Catecismo, que habla varias veces de esa inmortalidad: «Al morir cada hombre recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular por Cristo, juez de vivos y de muertos» (Catecismo de la Iglesia Católica 1051). También lo recuerda el Concilio Vaticano II: «El afirmar la espiritualidad e inmortalidad del alma no es un espejismo ilusorio, sino una profunda realidad» (Gaudium et Spes 14).
La entrevista también parece dar a entender que las almas podrían arrepentirse después de la muerte. La Iglesia, sin embargo, siempre ha enseñado que la gracia de Dios debe aceptarse antes de la muerte: «La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9-10)» y «cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica 1021-1022).
En el texto redactado por Scalfari, también se prescinde del purgatorio, otra doctrina fundamental de la Iglesia, definida como dogma de fe. «Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados» (Catecismo de la Iglesia Católica 1030-1031). La creencia en el purgatorio sustenta la práctica de la oración por los difuntos: «En virtud de la «comunión de los santos», la Iglesia encomienda los difuntos a la misericordia de Dios y ofrece sufragios en su favor, en particular el santo sacrificio eucarístico» (Catecismo de la Iglesia Católica 1055).
Finalmente, se habla de que la especie humana se extinguirá y será sustituida por otra especie, una afirmación que, a primera vista, parece contraria a la Escritura, en la que se habla de que los seres humanos no se habrán extinguido cuando llegue el Juicio Final: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mt 24,30; cf. también Lc 17,30-31; 1Tes 4,16-17).
Conviene encuadrar este episodio en una serie de entrevistas concedidas por el Papa a Scalfari desde 2013. La primera entrevista, también muy polémica, fue publicada en la página web del Vaticano, después borrada, después publicada de nuevo y por fin borrada una vez más. En las diferentes entrevistas, Scalfari atribuyó al Pontífice que la misericordia había abolido el pecado, que el mal más grave del mundo era el desempleo de los jóvenes, que el propio Scalfari no debía convertirse, que el proselitismo es «una solemne tontería», que nuestra especie acabaría y «todas las almas» gozarían de la luz de Dios, que no existía un Dios católico o que «todos los divorciados» que lo pidiesen recibirían la comunión. Algunas de esas supuestas afirmaciones fueron desmentidas después por la Santa Sede.
En esta ocasión, al día siguiente de la publicación de la entrevista, la Oficina de Prensa del Vaticano ha precisado que no se trataba propiamente de una entrevista: «el Santo Padre Francisco recibió recientemente al fundador del periódico La Repubblica en una reunión privada con motivo de la Pascua, sin darle ninguna entrevista». También señala que la entrevista no fue grabada, sino que es «el resultado de su reconstrucción». En consecuencia, no debe considerarse como «una transcripción fiel de las palabras del Santo Padre». La nota de la Oficina de Prensa, sin embargo, se limita a ese aspecto formal, sin entrar a desmentir ninguna de las afirmaciones en sí misma.
Eugenio Scalfari, a pesar de haber sido fascista en su juventud, derivó después de la Segunda Guerra Mundial hacia posiciones izquierdistas. Fue uno de los fundadores, en los años cincuenta, del Partido Radical italiano de Marco Pannella (de ideología liberal-progresista, cuyo símbolo, el puño y la rosa, era prácticamente idéntico al del Partido Socialista Obrero Español). En los setenta, se convirtió en fundador y editor jefe del nuevo periódico La Reppublica, cargo que conservó hasta 1996. Durante este periódico, el periódico, de ideología progresista, se convirtió en uno de los más leídos en Italia. Scalfari también fue diputado durante una legislatura, como independiente en las filas del Partido Socialista Italiano. Se declara ateo y favorable al aborto.