(InfoCatólica) Mons. Celso Morga presidió la Santa Misa en la Concatedral de Santa María a las 19:30 horas. El arzobispo estuvo acompañado por numerosos sacerdotes que ejercen su ministerio en Mérida y en Badajoz.
En su homilía agradeció sus esfuerzos a los adoradores y a las personas que han hecho posible la puesta en marcha de la adoración perpetua.
Don Celso afirmó que «la Eucaristía es el sacramento por excelencia, es el sacramento que no nos deja solos por el camino, sino que nos acompaña durante todo el día y toda la noche, durante toda nuestra vida. Sabemos por la fe que la presencia real de Cristo en la Eucaristía no se limita solo al tiempo de la celebración de la Santa Misa sino que permanece bajo las especies de pan mientras éstas permanecen».
El arzobispo reconoció que «establecer la adoración perpetua en Mérida me llena de gozo y esperanza porque reportará a toda la archidiócesis y a toda la Iglesia muchas gracias, más de las que podemos imaginar».
Al finalizar la Misa comenzó la procesión eucarística hasta la iglesia de El Carmen. Allí, centenares de fieles esperaban la llegada de Jesús Sacramentado y, tras la ceremonia, comenzaron los turnos ininterrumpidos de vela durante las 24 horas del día y los 365 días del año.
Para hacer posible que el Señor no se quede nunca solo, se han inscrito 370 adoradores de toda la ciudad, incluso algunos de fuera.
Mérida se convierte así en la tercera capilla de Adoración Eucarística Perpetua exitente en la archidiócesis, tras la de Almendralejo y la de Badajoz. En Extremadura hay cuatro, ya que existe una también en Cáceres. En el conjunto de España Mérida hace la número 52.
Remanso de paz
Daniel Montero, uno de los coordinadores, manifiesta su alegría porque de esta forma Mérida cuenta con un lugar donde ir a encontrarse con el Señor a cualquier hora del día y de la noche: «En medio de la ciudad esta capilla de Adoración a Cristo Eucaristía será como un remanso de paz». Y añade su admiración por la «buena acogida que ha tenido por parte de los seglares de la ciudad y de los sacerdotes».