(Abc/Infocatólica) Era la primera vez que Don Felipe veneraba esta imagen como Rey, aunque ya lo había hecho en numerosas ocasiones a lo largo de su vida, primero como Infante de España y después como Príncipe de Asturias. En concreto, la de hoy ha sido su décima visita a Medinaceli, pero también la más emotiva.
Cuando Don Felipe entró en el templo, empezó a sonar el himno nacional entre aplausos y vivas. En su recorrido por el pasillo central, el Rey no paró de saludar a los fieles que aguardaban en los bancos y, al llegar ante la venerada talla, besó el pie izquierdo de Jesús de Medinaceli.
Después se santiguó, mantuvo unos minutos de recogimiento y pasó a la sacristía, donde se reunió con la comunidad y la junta de la Archicofradía. Fue entonces, cuando recibió el diploma y la medalla de esclavo de honor de la Real Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli, de la que es su protector. Y el Rey salió del templo con la medalla de esclavo colgando de su cuello.
Igual que ocurrió a la entrada, a la salida se repitieron las ovaciones y los aplausos. Mientras se oían los «¡Viva el Rey!», «¡Felipe, Felipe!» y «¡Viva España!», el Monarca se acercó a saludar al público que aguardaba tras las vallas, muchos de ellos desde la madrugada, para besar los pies a Jesús. Al ver a la multitud aclamándole, Don Felipe cruzó la acera para saludar a los fieles, y la gente le agradeció el gesto con nuevas ovaciones.
Don Felipe fue recibido en la puerta del templo por el padre Benjamín Echeverría, superior provincial de los Padres Capuchinos; el padre Carlos Coca, superior de la Comunidad de Padres Capuchinos, y el padre Gregorio Blanco, un viejo amigo de la Familia Real que estuvo viviendo muchos años en El Pardo. También recibió el saludo del duque de Segorbe y de Pablo Hohenlohe Medina, presidente y adjunto al presidente, respectivamente, de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, y durante la visita, le acompañó una representación de la Cofradía de Jesús de Medinaceli.