(LD/Agencias) La experta en educación, profesora e hispanista Inger augura que en occidente «pronto» habrá «jefes chinos» en las empresas y entidades, porque su sistema educativo «recompensa el esfuerzo» y ofrece un aprendizaje «óptimo para cada uno de los alumnos; no es igual para todos».
En los países occidentales, sin embargo, se ofrece el mismo itinerario educativo a todos los estudiantes y así «pierden todos: los más lentos y los más inteligentes», a la vez que se ha establecido un sistema en el que no se da prioridad al aprendizaje de los libros y a la lectura, ni se enseña la disciplina y el esfuerzo, según ha afirmado en una entrevista con Efe.
«Estamos experimentando con los niños y les estamos engañando; creemos que les estamos haciendo la vida más fácil, pero no les preparamos para ser adultos, para la continuación», ha agregado antes de destacar que los exámenes y reválidas son «necesarios y la mejor preparación» porque el cerebro solo almacena «la repetición, la huella y para eso hay que oír, leer, escribir y repasar». «Sin repaso y sin concentración, que requiere esfuerzo, no queda nada», ha remarcado.
También ha criticado que, a la vez, se transmite la idea de que no hay que tener conocimientos porque todo se puede encontrar en internet, cuando sin esos conocimientos previos «ni se sabe buscar en la red, ni se sabe contextualizar».
Internet, ordenadores y tabletas
Internet, los ordenadores y las tabletas «pueden ser útiles como herramienta adicional y ocasional», pero su uso actual en las aulas es «una exageración: se compran ordenadores sin saber si mejora el aprendizaje. Si alguien es un poco torpe, y no lee ni escribe bien, debe practicar para aprender; el uso de la tableta solo consigue que no se le note tanto».
El alumno necesita, ya en Primaria, aprender a «manejar bien la lengua hablada, escrita y leída, y a comprenderla» porque, en caso contrario, según ha remarcado, resulta «imposible que salga bien en Secundaria, no entenderá nada y empezará a hacer tonterías en clase: el fracaso está servido».
Enkvist, actualmente profesora en la Universidad de Lund (Suecia), ha criticado también que las «últimas» tendencias en los colegios apuesten por trabajar en proyectos, en equipos y moviéndose por las aulas cuando «el cerebro, para ponerse en modo aprendizaje, tiene que estar tranquilo, sin estar atento a otras cosas».
Ha alabado, no obstante el sistema educativo público y gratuito de los países occidentales –«es una maravilla», ha dicho–, aunque se ha mostrado partidaria de dividir a los alumnos por grupos «según sus avances», tanto en el caso de los más torpes y los más inteligentes, como el caso de los inmigrantes porque, según ha argumentado, «no hay que crear una tolerancia a no saber por razón de origen».
«Con todos juntos, el resultado está a la vista: baja calidad intelectual y también más desorden y conflicto; el currículum debería establecer por niveles de escolarización, no por edad; hay que prever diferentes itinerarios porque lo importante es ofrecer a todos la posibilidad de desarrollar sus capacidades al máximo», ha dicho.
Mirar a Oriente
Así funcionan los sistemas educativos de Singapur, Corea o China y sus resultados son «magníficos: los alumnos más lentos están muy por encima de los más lentos de occidente, y los mejores están en una franja más avanzada. Con nuestro sistema, en cambio, pierden todos», ha mantenido, y ha augurado que «pronto tendremos jefes chinos; se están preparando para ganar a occidente y nosotros nos estamos dejando ganar».
Ese tipo de sistema educativo también ha conseguido romper la relación entre un entorno socioeconómico bajo y los malos resultados académicos a través de «la disciplina, el esfuerzo y unos profesores bien formados y exigentes. Así se da a los alumnos una cultura que no tienen en casa», ha precisado.
En cambio, con profesores mediocres, una exigencia escasa y sin estímulo en la familia, el alumno «se relaja y deja pasar el tiempo sin aprender».
Sobre el modelo educativo español, Enkvist ha opinado que dotar a las autonomías de competencias educativas ha resultado «muy negativo y muy caro» porque no se pueden aprovechar los materiales didácticos y origina desfases entre los diferentes sistemas, a la vez que da la posibilidad de que «las ideologías locales influyan en el currículum». «Un gobierno inteligente debería arreglar esto, es una asignatura pendiente», ha dicho.