(AsiaNews/InfoCatólica) Mons. Pedro Shao Zhumin, obispo ordinario de Wenzhou (Zhejiang), reconocido por la Santa Sede pero no por el gobierno, ha regresado a su diócesis. El 27 de enero pasado fue recibido por sus fieles con una fiesta, una oración y un canto compuesto especialmente en ocasión de su regreso. El canto lo elogia, refiriéndose a él como «nuestro querido obispo que nos guía a Cristo. Nuestro obispo es el buen pastor... tu nombre está siempre en nuestro corazón».
El 18 de mayo del año pasado él fue llevado por las fuerzas de seguridad pública y por miembros de la Oficina de Asuntos religiosos, que se lo llevaron de su diócesis y desde entonces lo mantuvieron en Xining (Qinghai), localidad situada a unos 2500 km de Wenzhou, siempre escoltado por la policía. A partir del 4 de enero él quedó libre de desplazarse y dejó de estar escoltado por personal de seguridad. Fuentes de la diócesis habían comunicado a AsiaNews que él se habría detenido en Beijing para acudir al hospital y someterse a una operación en el oído.
En todos estos meses, la policía lo ha presionado psicológicamente para hacer que adhiera a la Asociación Patriótica, el organismo del Partido cuyo proyecto es promover una Iglesia independiente de la Santa Sede. Ante su negativa, a principios de diciembre, los representantes de asuntos religiosos le pidieron firmar una hoja para suscribir las cuatro condiciones para recibir el reconocimiento del gobierno. Éstas comprenden su apoyo al principio de una Iglesia independiente; el sostén a la autonomía y a la auto-ordenación [de los obispos]; la concelebración con un obispo ilícito, no reconocido por el Vaticano; el sometimiento a los nuevos reglamentos religiosos que regirán a partir del próximo mes de febrero. Pero también en este caso, Mons. Shao se negó a firmar el documento.
Durante décadas, la comunidad católica de Wenzhou – formada por unos 130.000 fieles – ha estado dividida entre oficiales y no-oficiales: de ésta, más de 80.000 personas pertenecen a la comunidad no oficial. Los sacerdotes son 70, divididos equitativamente entre las dos ramas. Mons. Shao, de 54 años de edad, a pesar de ser miembro de la Iglesia subterránea, también es muy apreciado por la comunidad oficial.
En los últimos meses, luego del secuestro del obispo, se había expresado a favor de su liberación el embajador alemán en Beijing, Michael Clauss. La Santa Sede también había manifestado estar seriamente preocupada por su suerte.