(AsiaNews/InfoCatólica) Un sondeo publicado el pasado martes por parte de Alvara, organización que tiene su base en Yakarta, ha revelado que el 20% de los estudiantes de las escuelas superiores y de las universidades indonesias prefieren la institución de un Califato en vez de un gobierno laico. Casi uno de cuatro jóvenes está dispuesto para combatir para conseguirlo.
Indonesia, el país islámico más poblado en el mundo, sufre la continua presión de grupos islámicos radicales, que se abren camino en la vida pública por vía de la fuerza y la violencia. Estas organizaciones radicales han logrado infiltrarse en los centros estudiantiles, a pesar de que la mayoría de los indonesios practican una forma moderada del islam y el país hospeda importantes minorías de hindúes, cristianos y personas que profesan creencias tradicionales. La diversidad religiosa está también sancionada en su Constitución. El presidente Joko Widodo y su gobierno están tratando de frenar la influencia creciente de los islamistas, sobre todo en las universidades y en las escuelas islámicas.
Sin embargo, estos movimientos extremistas han logrado ganar influencia progresivamente. El año pasado lograron que el ex gobernador cristiano de Yakarta, Jakarta Basuki Tjahaja Purnama, llamado «Ahok», se le impidiera su reelección y le condenaran bajo la acusación de «blasfemia» a dos años de cárcel.
Durante el mes pasado, un decreto presidencial aprobado por el parlamento prohibió las organizaciones civiles contrarias a la ideología secular del país. Una de esas organizaciones es Hizb-ut-Tahrir, que exige la institución de un Califato en Indonesia, fue el primer grupo en ser disuelto por efecto del decreto. Widodo realizó diversos discursos en las escuelas islámicas de todo el país, subrayando la importancia de la diversidad y de la unidad nacional. En setiembre el presidente organizó una conferencia con unos 3 mil rectores universitarios para la promoción en la instrucción de la ideología pluralista del país, la Pancasila.
Extremismo en Indonesia
El extremismo en Indonesia no se difunde solamente entre las fajas más jóvenes de la población. La intolerancia creció entre los indonesios de clase media que viven en las periferias. Lo afirma un estudio de Setara, organización por los derechos humanos. La investigación, realizada de julio a octubre pasado, descubrió que Bogor y Depok, dos ciudades satélites al sur de Yakarta (Java Oeste), se convirtieron para los predicadores radicales en centros para la difusión de sus propios mensajes de odio en lugares como universidades y complejos residenciales.
En los últimos dos años en Java Oeste fue clasificada como la provincia menos tolerante, según la Comisión nacional por los derechos humanos (KOmnas Ham). En marzo, los miembros de 3 congregaciones cristianas protestantes han visto interrumpidas sus funciones dominicales por manifestantes junto al complejo de Griya Parung Panjang, en el distrito de Parung Panjang, regencia de Bogor. Los manifestantes declararon que, celebrando las funciones en un complejo residencial, los miembros de las congregaciones habían violado los reglamentos, ignorando el hecho que no fueron autorizados para construir un lugar de culto en la zona. Los fieles se reunían dentro de una casa porque sus intentos de construir una iglesia fueron en varias oportunidades rechazados.