(OMP) Cuando se dio cuenta de que no tenía que esperar a ser monja para ser misionera y de que como bautizada formaba parte de la Iglesia, Belén Manrique, misionera laica del Camino Neocatecumenal, se lanzó a la misión. Para ella, la misión consiste sencillamente en «llevar el amor de Dios».
Esta joven de 30 años, dice que la evangelización se puede hacer de muchas formas, con el anuncio o con la caridad. En la frontera de Etiopía con Somalía ha encontrado a muchas mujeres de religión musulmana que llegan huyendo de otras esclavitudes y caen en la prostitución como modo de supervivencia. Allí sólo vale la caridad. Belén presentó el ejemplo de Fatuma, una mujer somalí prostituta que estaba embarazada, a la que Belén llevó al hospital cuando la encontró en un estado lamentable. Los cuidados del hospital eran insuficientes y Belén y otra misionera se dedicaron a cuidarla, a lavarle la ropa. Fatuma entendió este mensaje del amor de Dios y poco antes de morir dijo a una de las misioneras: «cuando salga de este hospital quiero ir contigo a la Iglesia a la que vas».
Mons. Zon
La vocación misionera de monseñor Adolfo Zon arrancó cuando estaba en el Seminario de Orense y los misioneros iban allí a ofrecer su testimonio, pero se decidió con el lema del Domund de 1978, que le interpeló personalmente: «¿Crees en Jesucristo? Anúncialo». Decidió entonces entregar su vida a la causa misionera con la familia de los Javerianos, y desde 1993 vive en Brasil. Allí ha aprendido a combinar «la vida de Dios con la vida de cada día» y ha descubierto que al misionero le toca «sembrar, producir procesos y caminos» cuyos resultados recogerán otros. El obispo habla de «paciencia histórica». Su diócesis, en la zona fronteriza entre Brasil, Perú y Colombia, le presenta todo tipo de desafíos: tráfico humano y de drogas; suicidio juvenil; producción deslocalizada. que no pueden resolverse «de la noche a la mañana». En este contexto, el obispo ha recibido esperanzado el Sínodo de la Amazonia, convocado por el Papa Francisco para octubre de 2019.
Por su parte, el P. Anastasio Gil habló de los miles de misioneros que se identifican con la gente a la que sirven, y para los que trabaja OMP. El director de esta institución pontificia afirmó que los misioneros justifican la Jornada Mundial de las Misiones que se celebra conjuntamente en 140 países el penúltimo domingo de octubre. Gil subrayó algunas iniciativas destacadas dentro de las prioridades de OMP en los últimos años: el estreno de nueva web, en el plano de la información; la nueva dimensión de la revista infantil Gesto, en el ámbito formativo; y el acompañamiento permanente a los misioneros. Asimismo, remitió a la Memoria de Actividades ‒que OMP acaba de publicar‒ para conocer todas las actividades que realiza la institución.