(NCRegister/InfoCatólica) El papa emérito Benedicto XVI ha lamentado el «oscurecimiento» de Dios en la liturgia, lo que, según él, es la raíz de la crisis actual en la Iglesia.
En el prefacio a una nueva edición rusa de su libro Teología de la Liturgia, Benedicto asegura que un malentendido generalizado de la reforma litúrgica llevó al hombre a colocar «su propia actividad y creatividad en el centro del culto».
Añade que la Iglesia vive de la «correcta celebración de la liturgia», porque si la preeminencia de Dios ya no es evidente en la liturgia y en la vida, entonces la misma Iglesia «está en peligro».
Benedicto continúa escribiendo: «Nada precede al culto divino, con estas palabras, san Benito, en su Regla (43.3), estableció la prioridad absoluta del culto divino sobre cualquier otra tarea de la vida monástica».
Señala que incluso entonces, las demandas del tiempo dedicado a la agricultura o la artesanía podrían hacer que ese trabajo pareciera más importante que la liturgia. San Benito se aseguró entonces de dar prioridad a la liturgia, enfatizando inequívocamente «la prioridad de Dios mismo en nuestras vidas».
«A la hora del Oficio Divino, tan pronto como oigas la campanilla, deja todo lo que tengas entre manos, advierte con sumo cuidado», escribe Benedicto XVI, recordando la Regla.
Pero hoy, añade, «las cosas de Dios y, por lo tanto, la liturgia no parecen urgentes en absoluto». Y añade que hay una necesidad urgente de «todo lo posible», pero las cosas de Dios «no parecen urgentes».
«Ahora bien, se podría decir que la vida monástica es en cualquier caso algo diferente de la vida de los hombres en el mundo, y eso es ciertamente correcto», dice Benedicto. «Y sin embargo la prioridad de Dios. que hemos olvidado, vale la pena para todos».
«Si Dios ya no es importante, se mueven los criterios que establecen lo que es importante», explica. «El hombre, dejando a un lado a Dios, se somete a las limitaciones que lo hacen esclavo de las fuerzas materiales y que se oponen a su dignidad»