(InfoCatólica) El P. Moral constata las consecuencias de la ruptura que tuvo origen en Lutero:
De manera tal vez un tanto reductiva, se ha querido fijar el inicio de la Reforma en la exposición pública que Martín Lutero hizo en Wittenberg de sus 95 tesis sobre las indulgencias, el 31 de octubre de 1517. En cualquier caso, no cabe duda de que Lutero impulsó una verdadera crisis religiosa que trajo consigo la ruptura de la cristiandad occidental y sentó las bases no del secularismo, pero sí del proceso de secularización y del nacimiento de una nueva Europa.
El Superior de los agustinos indica:
No podemos olvidar que Martín Lutero (1483-1546) fue agustino. Ingresó en nuestra Orden en 1505 y formó parte de la Congregación de Observancia de Sajonia... Todas las fuentes señalan que fue un fraile piadoso, cumplidor y fervoroso. Hasta 1521 solía firmar siempre «Martín Lutero, agustino» y usó el hábito hasta 1524, conservando hasta su muerte mucho de fraile en cuanto a piedad y estilo.
Pero a su vez:
También es cierto que Lutero no solo abandonó la Orden, sino que abominó de la vida religiosa con todas sus fuerzas, rechazó las practicas ascéticas y de piedad, el rezo del breviario y otras obligaciones, modificó radicalmente la teología sacramentaria, condenó los votos y promovió el abandono y la fuga masiva de los consagrados. El daño causado a la Orden y a la vida religiosa en Alemania fue enorme.
Tras señalar algunos aspectos positivos de su persona, advierte:
...no podemos eludir otra faceta menos grata: la que se refiere a su intolerancia. Obstinado e inflexible, apasionado y vehemente, Lutero utiliza expresiones mordaces contra quienes se le oponen, llegando a ser injurioso y grosero. Con frecuencia resulta vejatorio y ofensivo, llegando a la calumnia. El elegido por Dios, el «profeta del fin de los tiempos» , se considera en la verdad y, por tanto, responde en términos agresivos a cualquier discrepancia. Para él no es posible la retractación porque no asume la posibilidad de equivocación o de error.
Y añade:
Es significativa su fijación en la figura del papa, que va evolucionando desde el acatamiento reverente a la animadversión y el aborrecimiento, hasta desembocar en el odio de sus últimos años. Son verdaderamente tristes sus exagerados insultos y agresiones a la Iglesia de Roma (papista, según su particular terminología). Leer esos textos nos llena de dolor.
En cuanto a la postura doctrinal de Lutero, recuerda que
Para él es imposible que el ser humano pueda colaborar activamente en la salvación, porque el pecado permanece. Solo que, por los méritos de Cristo, no se nos imputa.
Y
Sola Scriptura, sola gratia, sola fide. Las consecuencias de la percepción luterana llevan a la negación del libre albedrío, a la innovación dogmática de los sacramentos, al rechazo de la misa como sacrificio, a la negación del sacerdocio ministerial, a la demolición del magisterio y de la jerarquía eclesiástica, a la demonización del papado. Sin embargo, Lutero se muestra sorprendentemente servil a los príncipes protestantes y se manifiesta un apasionado defensor del legítimo orden social y político, incluso a un alto precio. Su postura en la Guerra de los Campesinos (1524-1525) nos ofrece buena muestra de ello y constituye uno de los rasgos más discutidos del reformador. Como lo son también otros dos aspectos, presentes en Lutero, y que han proyectado su negra sombra en la historia de los últimos siglos: el nacionalismo y el antisemitismo.
Tras asegura que «la Orden de San Agustín, a la que perteneció Lutero, no tiene motivos para celebrar los 500 años del inicio de la Reforma pero sí para conmemorarlos», el Prior General de los agustinos agradece «el interés manifestado y las iniciativas que se han tomado en las distintas circunscripciones de la Orden, sobre todo en el campo académico, con la organización de excelentes congresos, jornadas de estudio y publicaciones. El Consejo General ha querido implicarse a este respecto y ha impulsado la celebración en Roma, del 9 al 11 de noviembre, del Congreso titulado "Lutero y la Reforma: San Agustín y la Orden Agustiniana"».
Texto completo de la carta del P. Alejandro Moral Antón, OSA