(1P5/InfoCatólica) A la luz del reciente ensayo de Josef Seifert en el que examina las peligrosas consecuencias lógicas de Amoris Laetitia, un ensayo por el cual él ha sido despedido de su puesto como profesor por el arzobispo de Granada, la doctora Maike Hickson en nombre de la web One Peter Five se puso en contacto con el filósofo austriaco para hacerle algunas preguntas adicionales, no ya solo sobre la Exhortación postsinodal, que tanta controversia ha generado, sino por el estado de la enseñanza y la práctica de la moral en la Iglesia.
Maike Hickson (MH): Hace un año, en agosto de 2016 –después de la publicación de Amoris Laetitia– usted publicó un ensayo en el que, educadamente, hacía una crítica de este documento papal y pedía al Papa que corrigiera algunos errores o incluso a veces «afirmaciones objetivamente heréticas». ¿Cuál es la razón por la que usted ahora, una vez más, alza su voz en un nuevo ensayo sobre este tema de Amoris Laetitia?
Josef Seifert (JS): Después de publicar mi artículo ocurrieron muchas cosas: mi buen amigo Rocco Buttiglione y mi antiguo alumno Rodrigo Guerra defendieron Amoris Laetitia apasionadamente contra todas mis objeciones, y yo les escribí muchos correos electrónicos y una respuesta que no se publicó. Un grupo de teólogos y filósofos acusó al Papa Francisco por dos veces de una larga serie de herejías y otros errores que ellos atribuían a AL, y entraron en detalle para probar que tenían razones para pedirle al Papa que se retractara de estos errores. Me pidieron que firmara la carta pero no lo hice por diversas razones. El arzobispo de Granada me apartó como profesor del seminario debido a mi primer artículo. El arzobispo de Vaduz, en el Principado de Liechtenstein, me felicitó por este artículo y me dio las gracias por el gran servicio que hice a la Iglesia con él. Los cuatro cardenales expresaron sus dubias (aún sin contestar). Por lo tanto, yo tenía muchas nuevas razones para reflexionar sobre Amoris Laetitia y sobre mi artículo previo, que yo había enviado primero como una carta personal al Papa Francisco (nunca contestada, y ni siquiera reconocida).
Sin embargo, la causa inmediata de mi segundo artículo fue mi lectura sobre la convocatoria de una comisión por el Papa Francisco, supuestamente para revisar la Humanae Vitae (HV) y adaptarla a la AL. Además, le expresé al profesor Buttiglione, un querido amigo cuyo punto de vista sobre la AL es radicalmente diferente al mío, mi temor de que también la HV y la Evangelium Vitae fueran víctimas de la misma línea de pensamiento expresada en AL. Él incrementó mi miedo y me alarmé cuando me respondió que por supuesto a la HV y Evangelium Vitae tendrían que serles aplicados el mismo discernimiento y los mismos principios que se establecen en Amoris Laetitia sobre el matrimonio. Esto me conmovió profundamente. –Yo había escrito muchos artículos defendiendo también filosóficamente la HV y la Veritatis Splendor y me preocupaba muchísimo la idea de que todas estas doctrinas verdaderas fueran revocadas, relativizadas o socavadas simplemente aplicando la lógica del citado comentario de Amoris Laetitia–.
Por todas estas razones, yo medité de nuevo sobre las mismas preguntas y pensé que había encontrado una causa aún mayor de preocupación que las que había expresado en mi artículo previo.
Por lo tanto, decidí escribir un nuevo artículo mucho más corto que se ceñía a una sola afirmación de Amoris Laetitia que yo no había considerado suficientemente en mi primer escrito. Esta simple afirmación me impactó profundamente porque parecía probar que los cambios en la enseñanza moral de Amoris Laetitia iban potencialmente mucho más allá de lo que nadie en el actual debate (incluido el Papa Francisco y yo mismo), habíamos nunca considerado sobre la admisión de los adúlteros no arrepentidos y homosexuales a los sacramentos. Yo tuve, por así decirlo, una visión de la gran amenaza que se escondía en este texto, para toda la enseñanza moral de la Iglesia. Me parecía que tenía la obligación, para servir bien al Papa y a la Iglesia, de presentar la cuestión primordial que mi nuevo artículo plantea, sin responderla, pero poniéndola de una forma tan clara que el Papa y cualquier otro lector pudiera hacerlo correctamente. Me sentí obligado a escribir esto para evitar una destructiva bomba atómica teológico-moral que podría hacer que toda la enseñanza moral de la Iglesia se derrumbara. Tenía la intención, proponiendo esta pregunta con la mayor claridad posible, de ayudar al magisterio del Papa Francisco a prevenir tal daño.
Debido a las consecuencias lógicas y potenciales de esta única afirmación que vi que eran tan terribles, y debido a que sentí al mismo tiempo que no era propio acusar al Papa de un error grave (lo que fue una de las razones por las que no me adherí a la acusación formal de herejía del Papa que los dos grupos de teólogos me habían pedido que firmara), y debido a que sólo el Papa mismo, y posiblemente el colegio cardenalicio, o un Concilio, podrían corregir esta afirmación y evitar extraer sus lógicas consecuencias prácticas, yo formulé mi artículo como una pregunta principal, y una serie de interrogantes que se deducían aplicando la lógica pura a la mencionada afirmación y pregunta.
MH: ¿Podría exponer para nuestros lectores su preocupación más importante sobre Amoris Laetitia?
JS: Mi preocupación principal está expuesta en mi segundo artículo. Si nuestra conciencia puede conocer (no sólo opinar falsamente) que Dios quiere que cometamos un acto intrínsecamente malo, adúltero u homosexual, dadas unas ciertas condiciones, entonces la lógica debe extraer la consecuencia de que lo mismo se aplica a la anticoncepción (HV), al aborto y a todos los otros actos que la Iglesia y los mandamientos de Dios prohíben «absolutamente». Esta es exactamente la postura y estas son exactamente las consecuencias de la así llamada «ética puramente teológica» que el teólogo jesuita Josef Fuchs y muchos otros defendían hace años antes y después de la Humanae Vitae y que yo investigué y refuté en muchos artículos y en un libro en alemán que no fue publicado. El Papa Juan Pablo II condenó clara y definitivamente este error de Fuchs y otros defensores, y lo hizo solemnemente en Veritatis Splendor y en Evangelium Vitae, aclarando así la perenne enseñanza moral de los evangelios y de la Iglesia. En la última encíclica, el Papa Juan Pablo II, invoca la autoridad de San Pedro (EV 68) y declara (yo creo dogmáticamente) que desde el primer momento de la concepción, todo niño merece el respeto debido a la persona, y por lo tanto el aborto es siempre e intrínsecamente un grave acto inmoral.
Entonces yo experimenté un profundo sufrimiento personal. Mi impresión era que ahora todo el edificio de la ética absoluta (ya enseñada antes de Cristo por Sócrates y Cicerón) del Antiguo y Nuevo Testamento, así como de la Iglesia podría empezar a derrumbarse simplemente aplicando la lógica de esta afirmación.
Antes, en mi primer artículo, también expresé muchas otras preocupaciones:
–Que la completa distinción mediante el discernimiento entre buenos y malos adúlteros, donde los primeros, incluso sin arrepentirse, podrías ser admitidos a los sacramentos, mientras que sólo los segundos tendrían que ser excluidos, presenta una tarea de discernimiento totalmente imposible entre buenos y malos pecadores mortales para el sacerdote (tal como muy bien dice la Conferencia Episcopal Polaca).
El largo texto de AL propone admitir a los sacramentos a parejas que, objetivamente hablando, viven en pecado mortal, pero no dice ni una palabra sobre el peligro de blasfemia y sacrilegio, contra lo que nos advierte el apóstol San Pablo en los más enérgicos términos, diciendo que «comemos y bebemos nuestra condenación si recibimos la sagrada comunión estando en pecado mortal».
AL dice que «nadie (incluso el no adúltero) será condenado para siempre» lo que parece negar la existencia del infierno, lo que se contrapone con las palabras de San Pablo que dicen que ningún adúltero que no se haya arrepentido, irá al cielo y. por lo tanto, se condenarán para siempre si no se convierten.
–Que algunos cristianos no tengan la fuerza para cumplir los mandamientos (con la ayuda de los sacramentos y la gracia de Dios), lo que fue una de las principales herejías propuestas por Lutero y condenada por el Concilio de Trento.
Yo todavía sostengo estas y otras preocupaciones sobre AL, pero quería a) desarrollar en el segundo artículo solo un punto que me parece la «cruz» verdadera de AL, y b) plantear algunas preguntas lógicas al Papa y a otros lectores, que no veo que puedan responderse negativamente. Sin embargo, si se respondieran afirmativamente, esta aseveración de AL nos llevaría lógicamente a la destrucción de toda la enseñanza moral de la Iglesia, por lo que debería ser revocada, lo que imploro (con reservas) al Papa.
Yo, por lo tanto, le ruego con reservas al Papa con toda caridad y amor, que si él debe responder a las preguntas lógicas que yo le propongo con un sí rotundo, que retire al menos esa frase de AL y que no lo convierta en un motivo para la reforma teológica y moral de la Iglesia.
Ciertamente el Papa no mantendrá esta afirmación si con ello provoca, con su propia respuesta afirmativa a la pregunta de mi artículo, la destrucción del pilar de la enseñanza moral de la Iglesia y de la ética natural (como fue enseñada por Sócrates y Cicerón).
MH: ¿Piensa que aún quedan dudas sobre si el Papa tiene la intención de permitir que algunos divorciados vueltos a casar accedan a los sacramentos? ¿Cuáles son para usted los argumentos más sólidos para defender su postura?
JS: ¡No tengo ninguna duda! Incluso los muy elogiados defensores de AL, tales como Rocco Buttiglione, el Cardenal Blasé Cupich y el Cardenal Schönborn, lo ven claramente y alaban a la AL por ello. Al contrario que yo y que muchos otros, ellos toman la admisión a los sacramentos de los pecadores no arrepentidos como un fruto de la misericordia y de la legítima consideración pastoral del Papa Francisco. Ellos creen que AL, admitiendo a los adúlteros no arrepentidos, a los homosexuales, y a otras parejas en «situaciones irregulares» no contradicen a la Veritatis Splendor ni a la Familiaris Consortio n. 84 que prohíben esto basándose en el Evangelio. Su razonamiento es el siguiente: si estas parejas fueran capaces de comprender que lo que ellos están haciendo está mal y tuvieran la fuerza de voluntad que el Papa Juan Pablo II asume, ellos no podrían ser admitidos a los sacramentos, como enseña el Santo Padre. Pero si estos pecadores no cumplen estas dos condiciones subjetivas necesarias para hallarse en pecado mortal (y Buttiglione, junto con el Papa, piensa que posiblemente la mayoría de los hombres y mujeres contemporáneos carecen de una o ambas de estas condiciones), ellos deberían ser admitidos a los sacramentos como dice el Papa Francisco en AL. De acuerdo con esta interpretación, ambos Papas tienen razón y no se contradicen entre ellos. Podemos ver que también estos defendores de AL están de acuerdo con que en la exhortación de hecho se propone admitir a los adúlteros no arrepentidos y otros pecadores, después del debido discernimiento, a los sacramentos (los obispos filipinos en su primera respuesta a AL invitaron inmediatamente a todas las parejas a los sacramentos sin un previo discernimiento. Además, el Cardenal Shönborn y el padre Antonio Spadaro, SJ llegaron a afirmar que AL elimina toda distinción entre parejas regulares e irregulares).
Además, el elogio que hizo el Papa de la interpretación de los obispos de Buenos Aires de AL de admitir a los adúlteros no arrepentidos y otras parejas, después del discernimiento, a los sacramentos y confirmando que esa era la lectura correcta, lo prueba.
Lo mismo se aplica al elogio de la interpretación mucho más liberal que hicieron los obispos de Malta, basándose en presupuestos de una radical ética de situación. Estas y muchas otras palabras y actos del Papa Francisco prueban que tu pregunta tiene que ser respondida afirmativamente, incluso aunque el Cardenal Gerhard Müller o monseñor Livio Melina adoptaron la interpretación de AL que no cambiaba la disciplina de los sacramentos.
Al mismo tiempo, el Papa acepta la postura de la Conferencia Episcopal Polaca, y de la Conferencia Episcopal de Alberta, en Canadá, que siguen la enseñanza de la Familiaris Consortio y rechazan cualquier tipo de cambio en la doctrina sacramental. El Papa Francisco aceptó el rechazo unánime de los obispos polacos de cambiar las normas de FC declarando (como la misma AL dice) que el magisterio no debe tener una única enseñanza en tales materias sino que puede aceptar la diversidad cultural y nacional en materia de tradiciones morales. Hay una extendida preocupación en la Iglesia de que esto añada un relativismo histórico y cultural a los otros problemas de AL. Porque ciertamente parece inaceptable que lo que en Polonia constituya un pecado mortal, y hace que se excluya a los pecadores que no se arrepientan de la sagrada comunión y la confesión, no tenga ninguna de estas consecuencias cuando el adúltero cruce la frontera alemana y vaya a confesarse y comulgar en Alemania, una milla al este del anterior sacerdote polaco, que se negó a darle la absolución y admitirlo a la comunión.
MH: En su ensayo de 2016 usted dice que Amoris Laetitia podría causar «una avalancha de destructivas consecuencias para las almas y para la Iglesia». Un año más tarde ¿ve tales consecuencias destructivas ya desarrollándose?
JS: Si sólo una o algunas, ya no digamos la mayoría, de las parejas en «situaciones irregulares» que reciben los sacramentos ahora cometen un sacrilegio y un grave pecado, obviamente las consecuencias destructivas de AL están ocurriendo y por tanton las palabras de Cristo a una vidente en Granada son ciertas, ya que dice que estas «falsísimas doctrinas» conducirán a muchas almas al infierno.
Además, se está causando un grave daño a las almas si ahora algunos seminaristas no quieran llegar a ser sacerdotes porque se verán forzados, contra su conciencia, a administrar los sacramentos a católicos vueltos a casar cuyos primeros matrimonios no han sido declarados nulos por la Iglesia. Se les dice que las puertas del seminario están abiertas de par en par. Si ellos no quieren aceptar esto, deberían marcharse. Por consiguiente, muchos de los mejores futuros sacerdotes se marchan y ya no trabajarán por el bien de las almas. A los sacerdotes se les anima e incluso sus obispos les ordenan actuar en contra de su conciencia, a algunos se les amenaza con ser expulsados de sus parroquias si actúan según les dicte la misma. Los obispos presionan a los sacerdotes que se adhieren a la Tradición de la Iglesia y a las enseñanzas expresadas en la Familiaris Consortio por el Papa Juan Pablo II. Algunos sacerdotes, que viven en contra de las enseñanzas de la Iglesia, se sienten animados a recibir los sacramentos y a celebrar la Misa, profesando una carencia de fuerza de voluntad para abstenerse de relaciones homosexuales o relaciones sexuales con mujeres. Una gran confusión reina: muchos pierden la fe en la Iglesia era pilar de la verdad y ahora la ven como una Babel de confusión, etc.
MH: En su nuevo ensayo de 2017 se pregunta si Amoris Laetitia «afirma claramente que estos actos intrínsecamente desordenados y objetivamente pecaminosos […] pueden ser permitidos, o pueden incluso ser objetivamente ordenados por Dios» y dice usted que, si este es el caso, nos estamos enfrentando a una «bomba atómica moral y teológica». ¿Podría explicarnos el significado de esta expresión?
JS: Si esto es ciertamente así, lo que AL dice en el texto que yo analizo, esto es, si Dios en algunos casos, o sólo en uno, quiere que nosotros, en nuestra situación concreta, cometamos un acto intrínsecamente erróneo, tales como actos homosexuales o adulterios, no hay ninguna razón lógica que nos impida aplicar esto a la anticoncepción, al aborto, a la venganza de sangre, a las mentiras, a los engaños, etc. No podemos dejar de aplicar los mismos principios que declaramos que son válidos para un tipo de actos intrínsecamente malos a otros igualmente pecaminosos. Simplemente podemos también negar que este acto, o cualquier otro acto humano, sea intrínsecamente desordenado y malo.
Sin embargo, toda la Ley y los Profetas, la enseñanza moral de la Iglesia, giran en torno al reconocimiento de que muchos actos de este tipo no pueden ser cometidos nunca ni en ningún situación. Así pues si uno deduce lógicamente esta consecuencia de AL, tal afirmación provocaría una avalancha de consecuencias y es una bomba atómica espiritual que destruiría el maravilloso edificio de la enseñanza moral católica (y de la ética natural).
MH: En este contexto de «actos intrínsecamente desordenados y objetiva y gravemente pecaminosos» usted menciona explícitamente no sólo a los divorciados y recasados, sino también a las uniones homosexuales. ¿Cree que el término «parejas irregulares» como se usa en Amoris Laetitia significa que va a ser más inclusivo y se va a aplicar también a las parejas homosexuales?
JS: Está claro que así es y muchas otras declaraciones del Papa y de Conferencias Episcopales tales como la Filipina, lo demuestran claramente.
MH: En el contexto de leyes morales absolutas que ahora parece que están siendo socavadas por esta discusión usted ha traído a colación el tema de la Humanae Vitae y la posible futura revisión de sus enseñanzas sobre la anticoncepción. ¿Tiene información concreta sobre esta comisión vaticana recientemente formada? ¿Son, según usted, algunos de sus miembros indicadores de la dirección que va a tomar el trabajo de la comisión?
JS: Han aparecido un gran número de artículos y blogs, de fuentes fidedignas y bien informadas, que han confirmado esta noticia. Sin embargo, incluso si no nos fiáramos de ellos, la lógica nos dice: si algunos adúlteros no arrepentidos pueden ser admitidos a los sacramentos y si su adulterio puede incluso «ser lo que Dios quiere que ellos hagan en la complejidad de su situación», ¿por qué, según este razonamiento, algunas parejas que usan métodos anticonceptivos no deberían ser igualmente admitidas a los sacramentos?; ¿o que incluso Dios, en la complejidad de su situación concreta, desee que ellos usen métodos anticonceptivos y la esterilización, en vez de la abstinencia temporal, porque dicha situación llevaría al esposo o a la esposa a cometer pecados más graves?
MH: Ha añadido, en su nuevo ensayo, que usted mismo había sido elegido por el Papa San Juan Pablo II como miembro ordinario vitalicio de la Pontificia Academia para la Vida (un cargo que terminó cuando todos los miembros de la PAV fueron despedidos por el Papa Francisco en 2016 y no pudo ser reelegido como miembro debido al cambio profundo en la PAV realizado en 2017). ¿Podría explicarnos estas palabras? ¿Significa esto que usted fue despedido de la PAV, a pesar del hecho de que había sido designado (por Juan Pablo II), como miembro vitalicio de la misma?
JS: De acuerdo con los estatutos de la PAV todos los miembros ordinarios eran vitalicios. El Papa Francisco primero cambió los estatutos. Por lo tanto, ahora el periodo máximo de la duración del cargo de un miembro ordinario es de cinco años. En segundo lugar el Papa Francisco ha despedido a todos los miembros actuales de la PAV y canceló la asamblea general convocada para 2016. En tercer lugar, ha nombrado algunos nuevos miembros y ha vuelto a incluir a algunos otros que ya lo habían sido anteriormente, incluidos algunos bastantes buenos. Yo estaba entre los que fueron despedidos y que no fueron reincorporados.
MH: ¿Tiene idea de por qué se le despidió de la PAV?
JS: Ya que todos los miembros de la PAV fueron despedidos como dije anteriormente, está claro por qué yo también lo fui. La razón por la cual no fui reincorporado solo podría contestarla con certeza el Papa ,aunque puedo especular sobre la misma, si quieres.
Quizás: ¿debido a mi artículo de 2016 sobre AL?; ¿posiblemente debido a que he criticado públicamente, en diferentes ocasiones, a dos presidentes anteriores de la PAV (durante el papado de Benedicto XVI) y le pedí al Papa que los sustituyera (lo cual él hizo en una ocasión)?; ¿debido a que yo he escrito varias críticas sobre la definición de «muerte cerebral», para varias reuniones de la PAV, y dos encuentros en la Pontificia Academia de las Ciencias (a los que se me invitó como experto en la materia) y durante dos años para una comisión sobre las definiciones de muerte cerebral convocada por el Cardenal Elio Sgreccia?; ¿quizás porque envié estas críticas a los dos Papas anteriores (Juan Pablo II y Benedicto XVI) con la esperanza (frustrada) de que la Iglesia rechazara claramente las definiciones y criterios de muerte cerebral por ser inválidas?; ¿quizás porque critiqué públicamente el mensaje que monseñor Marcelo Sánchez Sorondo envió a un congreso médico mundial sobre el coma y la muerte en Cuba, que identificaba la« muerte cerebral» con la muerte humana y decía que esto era un tipo de «dogma de la Iglesia católica» y la adhesión a este principio era obligatoria, y su falsa declaración de que este criterio era ahora «enseñanza oficial católica»?; ¿quizás porque yo durante este mismo congreso sobre coma y muerte y en dos otros anteriores, hice el discurso de apertura y en él criticaba el hecho de identificar «muerte cerebral» y muerte humana?; ¿o porque yo informé a los asistentes al mencionado congreso que, y porqué, el Papa Juan Pablo II había expresado sus serias dudas en relación a la identificación de la muerte humana y la muerte cerebral en un discurso dirigido a médicos especializados en trasplantes en el que él parecía apoyar esta identificación entre muerte cerebral y muerte humana?; ¿o porque dije públicamente que el Papa San Juan Pablo II había convocado un simposio sobre este tema en la Pontificia Academia para las Ciencias en el cual casi todos los doctores, filósofos, juristas, anestesistas, etc., rechazaron dicha identificación?; ¿quizás porque revelé a los presentes que el texto prometido (y ya revisado) de este simposio, había sido suprimido aparentemente por monseñor Sánchez Sorondo y que la PAS había convocado otro simposio en el cual sólo una minoría (bastante importante) rechazaba la identificación de muerte humana con «muerte cerebra»l?
MH: Usted dijo que la nueva PAV tal como ha sido reorganizada a finales de 2016, está profundamente cambiada. ¿Podía explicarnos cómo es esto?. ¿Cuáles son los cambios que ve que están ocurriendo en la nueva PAV?
JS: En primer lugar no quiero mitificar la antigua PAV fundada por San Juan Pablo II. Después de la presidencia del santo médico doctor Jerome Lejeune, cuyo proceso de beatificación está en curso (que descubrió las causas del síndrome de Down y luchó tenazmente por la vida de los niños afectados a quienes muchos doctores y padres asesinaban cuando se confirmaba la existencia de dicho síndrome), y que murió de cáncer algunos meses después de ser nombrado, tuvimos otros dos presidentes. El primero fue el profesor Juan de Dios Vial, rector de la Universidad Pontificia de Chile, ayudado por el, generalmente hablando, excelente vicepresidente monseñor (ahora Cardenal) Elio Sgreccia, quien se convirtió posteriormente en un igualmente sensato y competente presidente de la PAV (incluso aunque algunos de los miembros, incluido yo mismo, fuimos muy críticos con la forma en que él manejó ciertos asuntos, como por ejemplo, el debate sobre la«muerte cerebral»). Incluso en sus mejores tiempos en la PAV hubo muchas discusiones, por ejemplo, sobre si la así llamada «muerte cerebral» es realmente muerte humana y aquellos que lo negaban tales como los profesores Allan Shewmon, Wolfgang Waldstein, Alejandro Serani, yo mismo, etc., fuimos progresivamente marginados. Después tuvimos dos presidentes que hicieron declaraciones contrarias a la verdad ética y a la enseñanza de la Iglesia (el primero, el arzobispo Fisichella defendió la legitimidad y la bondad de algunos abortos). El segundo, organizó por ejemplo un congreso en la PAV, en el cual, de los siete oradores invitados para hablar sobre tratamientos de infertilidad, seis defendían directamente métodos opuestos a la enseñanza de la Iglesia. Estos y otros acontecimientos suscitaron una bien merecida oposición de algunos miembros. En mi opinión y en la de muchos, esto contradecía claramente los fines de la PAV y el juramento provida que cada miembro tenía que hacer y, sobre todo, la enseñanza de la Iglesia. Escribí dos cartas abiertas sobre la situación intolerable por la que estaba pasando la antigua PAV. Yo no alabo la anterior PAV ni niego que una sensata reforma hubiera sido saludable.
Sin embargo, los profundos cambios que ocurrieron ahora parecen ir mucho más lejos y en la dirección contraria. Por un lado, a nivel administrativo, el Papa Francisco ha cambiado los estatutos, como ya dije, y eliminó el sólido núcleo de miembros incondicionalmente comprometidos con la vida, que el Papa Juan Pablo II había elegido, cambiándola por una sociedad cambiante y flexible que ha perdido la identidad que algunos miembros comprometidos le habían dado a la PAV. Más importante aún, los nuevos estatutos eliminan el juramento provida que teníamos que profesar en la anterior PAV. Han sido nombrados algunos miembros que son abiertamente anti-vida. El nuevo presidente y obispo, monseñor Vicenzo Paglia ha encargado, antes de su elección, frescos para su Catedral en Italia, en los que aparece él y muchas otras personas desnudos e involucrados en actos homosexuales y otros pecados, y son atraídos hacia el Cielo en una gran red por un Jesús que cuyas facciones son las de un prominente barbero local homosexual. El gran pintor El Bosco había pintado los mismos pecados que se glorifican en este fresco, en sus famosas pinturas del infierno. El obispo Paglia también preside el Instituto Juan Pablo II donde se ejerce una gran presión sobre los profesores para que no apoyen las enseñanzas morales y la disciplina de los sacramentos de la Familiaris Consortio, sino que lo hagan a los de la Amoris Laetitia.
MH: ¿Está preocupado porque algunos miembros de la PAV, tales como Nigel Biggar, Padre Maurizio Chiodi, Padre Carlo Casalone, S.J. o Padre Alain Thomasset, S.J., algunos de los cuales defienden activamente el aborto o el uso de anticonceptivos?
JS: Por supuesto que lo estoy. Tuvimos algunos miembros como estos antes, como por ejemplo un austriaco que promovía la «familia de tus sueños» (Die Wunschfamilie) en cuyo centro se incluía fertilización in vitro (FIV), la selección de óvulos fertilizados de acuerdo al sexo o a la salud, la eliminación de niños «deficientes» o «no deseados» y por lo tanto, los abortos tempranos. Sin embargo, a estos miembros se les pidió su dimisión. Ahora parece que están siendo nombrados directamente por el Vaticano. Esto significa un cambio profundo de la visión de la PAV actual sobre la original.
MH: A la luz de las discusiones previas sobre la Amoris Laetitia y los muchos intentos de defender la doctrina moral tradicional de la Iglesia católica, ¿ve un paralelismo con el posible desarrollo de la reinterpretación de la Humanae Vitae y su resultado?
JS: Estoy convencido de que la lógica dice que si el Papa Francisco no revoca la enseñanza que yo analicé en mi último artículo y si él no responde a las dubia de los cardenales para dejar claro que hay «actos intrínsecamente malos» y que estos actos nunca están justificados en ninguna circunstancia, la Humanae Vitae será interpretada como un ideal que no se le puede exigir a todo el mundo, y que después del discernimiento, aquellos que practican la anticoncepción (con o sin efectos abortivos) pueden ser admitidos a los sacramentos, y que Dios mismo, en algunas situaciones difíciles, lo quiere. De esto se deduciría la negación de los actos intrínsecamente malos. Y tal negación es ciertamente sugerida en el pasaje que yo analicé en mi último artículo. Así pues, espero fervientemente que el Papa, si responde a mi pregunta afirmativamente, retire esta aseveración de AL y por lo tanto, evite la deposición de la Humanae Vitae.
MH: El padre John A. Hardon, S.J. (+30 de diciembre de 2000) reconocido teólogo dogmático americano, solía recalcar que la mayoría de las enseñanzas morales eran ciertamente infaliblemente enseñadas por el magisterio ordinario universal, esto es, sin ser enseñadas ex cathedra. ¿Considera la prohibición estricta del uso de cualquier forma de anticonceptivos (muchos de los cuales son abortivos) como parte de la enseñanza infalible de la Iglesia?. ¿O sería posible que el Papa permitiera excepciones a esta enseñanza?
JS: Ciertamente lo considero parte de la enseñanza infalible de la Iglesia (aunque no expresada en un dogma). Es más, creo que su verdad ética puede ser reconocida por la razón pura y he escrito muchos artículos defendiendo las pruebas filosóficas y las evidencias de su verdad.
MH: Teniendo en cuenta su propio ensayo de 2017 junto con la próxima discusión sobre la Humanae Vitae, ¿ve que existe un daño real y que el socavamiento de las leyes morales absolutas puede conducir a que la Iglesia condone oficialmente el aborto y la anticoncepción?
JS: Pienso que el gran don de la infalibilidad de la Iglesia evitó que el Papa Pablo VI, que se inclinaba por la opinión de la mayoría (pro anticoncepción) en la comisión que él había convocado, así lo hiciera, y escribió la Humanae Vitae, en la que apoyaba la opinión VERDADERA de la minoría. Es más, creo que la misma infalibilidad nunca permitirá que la Iglesia siga el mensaje de la conferencia anglicana de Lambeth, que cambió la prohibición del uso de anticonceptivos en las iglesias protestantes, una prohibición que anteriormente había sido aceptada por todas las iglesias cristianas.
Sin embargo, no creo que sea imposible que una enseñanza infalible de la Iglesia sea negada FALIBLEMENTE por un Concilio o por un Papa como ha ocurrido algunas veces en la Historia de la Iglesia. Por ejemplo, el Papa Juan XXII enseñó una grave herejía, que él mismo revocó en su lecho de muerte, escribiendo una bula que condenaba su propia enseñanza, y que su sucesor condenó como herejía. El Papa Liberio firmó una declaración semiarriana que se desviaba de alguna forma del dogma central de la Iglesia sobre la verdadera divinidad de Cristo y San Atanasio, que defendió fervientemente la verdad, fue varias veces excomulgado por esta defensa. Un Concilio quemó todos los escritos heréticos del Papa Honorio que fue excomulgado después de muerto. Por eso, a veces, –afortunadamente muy raramente, y nunca cuando un Papa habla infaliblemente, declarando un dogma– un Papa puede cometer graves errores o incluso caer en herejía. En mi último artículo yo no critico ni ataco al Papa ni lo acuso de herejía, sólo le hago algunas preguntas. Uno no debería olvidar, sin embargo, que criticar una afirmación no infalible del Papa o una opinión suya, no es algo erróneo que dañe a la Iglesia. El primer Santo Padre, San Pedro, fue públicamente reprendido y criticado por San Pablo en un Concilio y Santo Tomás hizo una gran defensa de este hecho. El mismo Cristo, justo después de haber nombrado a San Pedro como primer Papa, y piedra sobre la que se construiría la Iglesia, lo llamó «satanás», y le dijo: «Aléjate de mí, satanás» y le acusó de querer imponer sus pensamientos puramente humanos sobre los de Dios que incluían los misterios de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
MH: El Cardenal Walter Brandmueller recientemente ha discutido de forma pública la cuestión de una profesión de fe papal, que a menudo ha sido requerida en tiempos de crisis en la Iglesia. ¿Podría decirnos si piensa que en la situación actual tal profesión de fe papal sería útil?
JS: Yo creo, que si el Papa públicamente confesara todo el verdadero Credo de la Iglesia católica sería realmente útil para aportar claridad y certeza a esta situación desesperada y aparentemente confusa, pero probablemente sólo un Concilio podría demandárselo al Papa o él tendría que reconocer personalmente que esto es útil.
MH: Los cardenales de las dubia son repetida y duramente criticados por otros cardenales tales como el Cardenal Rodríguez y el Cardenal Schönborn. ¿Ve justificadas tales críticas o cuál sería su respuesta personal a estas reacciones de altos cargos contra las dubia?
JS: Creo que los cuatro cardenales de las dubia (a tres de los cuales considero amigos y uno de ellos amigo íntimo desde hace 37 años) han actuado de acuerdo con su conciencia con gran comedimiento y respeto por el Papa y con total justificación. Pienso que las críticas que están recibiendo por sus dubia son profundamente erróneas, y lo que es más, el calumniar a estos grandes hombres de la Iglesia es un gran pecado. Además creo que a ellos se les debería unir todo el colegio cardenalicio. Desde mi punto de vista todos los otros cardenales, obispos y todos los católicos, deberíamos apoyar a los cuatro cardenales (de los cuales sólo quedan tres) y pedirle al Papa, junto con los cardenales de las dubia, una respuesta que restaurara la claridad y la certeza y disipara la inmensa confusión que reina ahora y que nadie que tenga ojos para ver y mente para pensar puede negar. No son las dubia, sino el hecho de no contestar a las preguntas con sinceridad y con total claridad, lo que siembra la desconfianza en el Papa y provoca la confusión.
Publicado originalmente en 1Peter5
Traducido por Ana María Rodríguez, del equipo de traductores de InfoCatólica