(Agencias) «El cardenal Cormac Murphy-O'Connor falleció plácidamente esta tarde, rodeado de su familia y amigos. Por favor, recen por el descanso de su alma», dijo su sucesor, el cardenal Vincent Nichols.
Una figura cercana y amigable, el arzobispo emérito acercó a la comunidad minoritaria católica a la sociedad británica en general a través de sus esfuerzos ecuménicos.
En un mensaje a Nichols publicado minutos antes de su defunción, Murphy-O'Connor afirmó que «estoy en paz y no temo a lo que venga». El mensaje, trasmitido a los fieles, rezó: «Ahora que me encomiendo a la misericordia amorosa de Dios, os pido a todos que recéis por mí tal y como recuerdo y rezo por vosotros».
Nacido de padres irlandeses en 1932 en Reading, al sureste de Inglaterra, Murphy-O'Connor fue ordenado como sacerdote en 1956. Fue consagrado como obispo en 1977, y como tal recibió al Papa Juan Pablo II en 1982, en la primera vista a Gran Bretaña de un pontífice reinante.
Fue elegido como el décimo arzobispo de Westminster en 2000, y sirvió hasta que se jubiló en 2009. El Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal en 2001.
Supervisió la conversión de Tony Blair
La prueba más grande del cardenal Murphy-O'Connor fue la tormenta que se desató durante su mandato sobre los abusos sexuales infantiles en la Iglesia.
En 1985, permitió que el cura Michael Hill continuara trabajando, nombrándolo capellán en el aeropuerto de Gatwick pese a haber sido advertido de que era un peligro para los menores. Hill fue encarcelado en 2002 tras admitir conductas indecentes con niños. El cardenal se disculpó en varias ocasiones a las víctimas de Hill, admitiendo que había cometido un «gran error».
El purpurado se convirtió en el primer miembro de la jerarquía católica en predicar a un monarca inglés en más de quinientos años cuando dio un sermón en la casa del campo de la Reina Isabel II en Sandringham en 2002.
Murphy-O'Connor también participó en el cónclave en 2005 que eligió al Papa Benedicto XVI.
Fue una persona directa, particularmente en lo referente al uso de anticonceptivos y el aborto, y frecuentemente se enfrentó al entonces primer ministro británico, Tony Blair.
En 2007, no obstante -poco después de que Blair se retirara como premier- Murphy-O'Connor supervisó la conversión del político del anglicanismo al catolicismo, llevando a cabo él mismo su recepción en la Iglesia.
El arzobispo de Canterbury Justin Welby, primado eclesial de los anglicanos del mundo, afirmó que la gente veía «algo de Cristo» en Murphy-O'Connor. «Su humildad, sentido común y santidad le convirtieron en un líder eclesial de un impacto inmenso», dijo el líder de la Iglesia de Inglaterra.