(Fides/InfoCatólica) Durante la Minsa, el obispo Wenceslao Padilla, Prefecto Apostólico de Mongolia, expresó su agradecimiento a Dios y a todos los colaboradores por lo que se ha hecho durante los últimos 25 años y dijo:
«En este momento, puedo decir, y quiero gritarlo al mundo, las palabras del profeta Isaías: Dad gracias al Señor, invocad su nombre, haced conocer entre los pueblos sus obras, haced recordar que su nombre es enaltecido (Is 12,4).El Dios de nuestros padres está realmente lleno de gracia, de amor, ha protegido y guiado en cada paso nuestro camino de fe y nuestras pequeñas comunidades de creyentes en Mongolia». El Obispo Wenceslao Padilla también ha remarcado que «la estabilidad de la Iglesia en Mongolia, con su presencia en diferentes sectores de la sociedad, ha crecido y se ha fortalecido. La llegada de los misioneros de diversas congregaciones religiosas y de diferentes países, la colaboración y la la fe de muchos mongoles han ayudado a construir una fuerte presencia de la Iglesia en Mongolia».
La Misa fue concelebrada por más de 30 sacerdotes, con algunos invitados especiales como Mons. Marco Sprizzi, Primer Consejero de la Nunciatura Apostólica en Corea del Sur y Mongolia, y el P. Gilbert Sales, uno de los primeros misioneros que llegaron aquí en 1992. Muchos funcionarios extranjeros y locales han asistido al evento. La comunidad budista estuvo representada por el Venerable Dambajav del monasterio Dashchoilin, cuya presencia ha sido muy apreciada por toda la comunidad católica.
Cuando Mongolia se convirtió en un país democrático, a principios de los años 90, el gobierno tomó la iniciativa de pedir entablar relaciones diplomáticas con la Santa Sede y pidió a los misioneros católicos que trabajasen en el país. El 4 de abril de 1992, estableció relaciones diplomáticas, y el primer grupo de misioneros, tres miembros de la Congregación del Corazón Inmaculado de María (CICM), llegaron a Mongolia el 10 de julio de 1992. Los primeros misioneros que llegaron en Mongolia fueron: el Padre Wencesalo Padilla (ahora obispo de Mongolia) el padre Robert Goessens (que regresó a Japón) y el padre Gilbert Sales, actualmente presidente de la Universidad de Saint Louis en Baguio City, Filipinas.
En la celebración que se ha tenido en UlaanBaatar, Mons.. Marco Sprizzi, ha recordado que «la Santa Sede ha sido uno de los primero Estados en reconocer Mongolia en la comunidad internacional, después de su independencia. Desde entonces las relaciones han sido muy buenas. El Papa está preocupado por el bienestar espiritual y material del pueblo mongol. Ya que no promovemos nuestro interés, sino el interés de la gente de Mongolia, las relaciones son muy buenas y continuamos sirviendo a la población en este país».
Precisamente el año pasado la Iglesia en Mongolia recibió el don de la ordenación de su primer sacerdote nativo, el P. Joseph Enkh-Baatar, quien celebró su primera Misa en la misma catedral de la capital mongola.