(AsiaNews/InfoCatólica) Profesores, estudiantes y donadores privados musulmanes y cristianos, tanto de Irak como del exterior, están contribuyendo con aportes y donaciones de libros y otros materiales, para lograr el renacimiento de la biblioteca de la Universidad de Mosul, que fue devastada por el Estado islámico (EI, ex ISIS).
Una iniciativa emprendida tres meses atrás, al día siguiente de que el área fuera liberada de la presencia yihadista, en el contexto de la ofensiva promovida por el ejército iraquí –con el apoyo de milicias kurdas y chiitas- para recuperar totalmente el control de la ciudad. El sector oriental ya fue liberado de la presencia yihadista, así como prácticamente la totalidad de la Llanura de Nínive, pero permanecen abundantes sacos de resistencia en la zona occidental de Mosul y en la Ciudad Vieja.
Justamente en estos días, se cumple el tercer aniversario de la toma de Mosul por parte de las milicias de Daesh [acrónimo árabe para el EI], que en junio de 2014 asumían el control de la segunda ciudad más importante de Irak. Dentro de la universidad, los milicianos llevaron a cabo una de las peores devastaciones del patrimonio histórico y cultural, quemando libros –incluso aquellos antiguos- y manuscritos valiosos.
En el verano de 2015, la UNESCO, la agencia especializada de la ONU que promueve la cooperación entre los Estados a través de la educación, la ciencia y la cultura, había alarmado acerca de las profundas devastaciones perpetradas por los yihadistas sobre el patrimonio histórico y cultural de Irak (y Siria). El mismo patriarca caldeo mar Louis Raphael Sako, en diciembre pasado, hizo un llamado a la tutela de bienes, piezas y obras de arte y de la literatura que estaban en riesgo de destrucción, definiéndolas como un «bien universal» que vale «más que el petróleo».
Destrucción total de la Biblioteca
Obay al-Dewachi, rector de la universidad de Mosul, subraya que «la destrucción es total». «Casi el 100% de la biblioteca universitaria y su contenido se perdió» –agrega el intelectual, que desde 2015 se desempeña guiando el ateneo desde su exilio en Duhok, en el Kurdistán iraquí.
Por fortuna, gran parte de los manuscritos más antiguos fueron «digitalizados» con el correr del tiempo, y quedaron «guardados en el servidor», precisa el director de la biblioteca Mohammed Jassim, para que también puedan ser «utilizados para la posteridad». Desde su estudio en Kirkuk, él agrega que otros manuscritos han permanecido íntegros porque algunos empleados los retiraron del lugar poco antes de la llegada de las milicias yihadistas.
Dentro del edificio había unos 3500 libros raros, algunos de los cuales se remontaban al siglo XVIII. A éstos se sumaban 5.000 publicaciones de gobierno, incluso referidas al surgimiento del Irak moderno, en 1921.
Bombardeos de la coalición internacional agravó la situación
Lo que ha agravado el saldo de la destrucción fueron los bombardeos de la coalición internacional liderada por los estadounidenses, que atacaron la biblioteca en marzo de 2016, por considerarla el centro de comando de las milicias de Daesh. Según los expertos, las bombas habrían pulverizado la mayor parte de los libros contenidos en el edificio. Por último, antes de abandonar la zona, los yihadistas prendieron fuego el área para eliminar cualquier rastro de su presencia en el interior del ateneo. Ali al-Barood, asistente en el Departamento de traducciones de la universidad, cuenta que el olor a humo podía advertirse incluso estando a 500 metros de distancia. «Los libros –agrega- fueron amontonados en un rincón e incendiados».
Inicio de la campaña de restauración
La campaña para el renacimiento de la biblioteca comenzó en el mes de febrero, poco después de la liberación del sector oriental de Mosul, que es donde está situado el ateneo. Quien la guía es el bloguero iraquí Mosul Eye, que, en los últimos años –y tras el anonimato, por motivos de seguridad- ha relatado las masacres y devastaciones perpetradas por el Estado islámico. Al día de hoy fueron recogidos cerca de 6.000 libros y el objetivo es llegar a las 20 toneladas, que abarquen las áreas más variadas: desde ciencia a la medicina, el arte y la literatura.
Entre los benefactores también se encuentra la comunidad académica del Baghdad College, un prestigioso instituto de estudios superiores fundado por los jesuitas americanos en los años 30 del siglo pasado. Anas Jaroo, un estudiante de ingeniería informática de 23 años de edad, donó 40 libros de medicina e informática. «Mi padre –cuenta el joven, que vive en Bagdad- es un físico graduado en la universidad de Mosul en 1982». «Él solía hablarme de la universidad –agrega-, de su pasado. Para él, era una pequeña Harvard».