(RV) «Afrontando juntos los desafíos, todo parece más sencillo y la fe en Jesucristo permite superar toda adversidad, mirando al futuro con mayor esperanza».
Con estas palabras termina el Comunicado final que señala que fueron dos días de trabajo intenso - el 12 y 13 de junio – «cuyos resultados han superado ampliamente las expectativas».
El encuentro contó con la participación de Obispos y Directores nacionales de las comisiones para la Pastoral de Migrantes y Refugiados. 36 delegados de 21 Conferencias Episcopales, regionales y nacionales, 3 representantes de la Secretaría de Estado y de las Misiones Permanentes de la Santa Sede en Nueva York y Ginebra, así como todo el equipo de la Sección de Migrantes y Refugiados, del Dicasterio instituido por el Papa Francisco.
Los participantes debatieron sobre los principales desafíos que se presentan en el contexto migratorio actual y sobre las respuestas inmediatas, a medio y largo plazo que la Iglesia puede dar a nivel diocesano, nacional y regional, también con la contribución esencial de las Organizaciones Católicas y las Congregaciones religiosas.
Se dio especial importancia a la preparación de los denominados ‘Global Compacts 2018’. Dos pactos globales que la comunidad política internacional se propone adoptar durante el año 2018, con el fin de concordar los criterios básicos para una migración internacional disciplinada, segura, regular y responsable.
En las sesiones del primer día, los delegados se alternaron presentando 21 contribuciones que describieron detalladamente la actualidad migratoria de las diversas realidades regionales y nacionales, subrayando los desafíos que emergen y las respuestas pastorales de la Iglesia católica.
El segundo día de trabajo estuvo dedicado a la elaboración de acciones comunes y colaborativas, sobre la base de los cuatro verbos clave sugeridos por el Santo Padre en su mensaje a los participantes en el Foro de Migraciones y Paz: acoger, proteger, promover e integrar.
Los participantes destacaron la necesidad de partir de las causas de impulsan a muchos a dejar de manera forzada su propio país. La migración disciplinada, segura, regular y responsable es posible sólo cuando las personas son verdaderamente libres de permanecer en su propio lugar de origen.