(LSN/InfoCatólica) Un juez federal dictaminó a favor de la Arquidiócesis de Chicago y una de sus parroquias en una demanda presentada por un ex empleado que alegaba discriminación por haber sido despedido después de anunciar públicamente mantener una relación homosexual en el 2014.
Colin Collette fue despedido de la parroquia de la Sagrada Familia en julio del 2014, después de haber trabajado allí durante 17 años como director musical y director de culto. Él rechazó una petición de su pastor para dimitir después de que su «compromiso» con su pareja del mismo sexo fue hecho pública en medios de comunicación social. El difunto Cardenal Francis George era entonces arzobispo.
La archidiócesis dijo cuando Collette fue despedido, que se espera que los que trabajan en los ministerios de la Iglesia, incluidos los ministros de adoración, conformen públicamente sus vidas con las enseñanzas de la Iglesia y que «esto es una cuestión de integridad personal de su parte».
Citando la excepción ministerial, el juez federal de distrito Charles P. Kocoras concedió la moción para el juicio sumario buscada en el caso por la arquidiócesis y la parroquia. Dijo que el Tribunal Supremo ha «reconocido el derecho de las organizaciones religiosas a controlar sus asuntos internos», informó el Chicago Tribune, y que los empleados no ordenados pueden ser considerados ministeriales si son responsables de transmitir el mensaje de una iglesia, y llevar a cabo la misión de la iglesia.
VIctoria significativa para la libertad religiosa
Dado que la Iglesia Católica se enfrenta a cada vez un mayor número de ataques a su libertad religiosa en todo el país por actuar para mantener los principios católicos en sus prácticas de empleo, este caso representa una victoria significativa. También es importante dado el surgimiento de una aparente afirmación de la cultura LGBTI y sus comportamientos por parte de líderes de la Iglesia en varias diócesis de todo el país.
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que aquellos con tendencias homosexuales deben «ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza», pero también que los actos homosexuales «no pueden recibir aprobación en ningún caso».
Enseña también que «las personas homosexuales están llamadas a la castidad» y que «la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”».