(RV) El Santo Padre fue recibido por Maino Benatti, alcalde de Mirandola y por Don Flavio Segalina, párroco de la Catedral. En medio de un escenario donde aún se perciben los daños que el fuerte tamblor causó en las estructuras materiales, el Papa dirigió unas emotivas palabras de agradecimiento y de ánimo a todos los allí presentes: familias, enfermos, ancianos y niños sacudidos por esta tragedia.
«Sé bien cuánto ha afectado el terremoto al patrimonio humano y cultural de esta tierra. Pienso en las dificultades que han sufrido: los daños de las casas, las actividades productivas, las Iglesias y otros monumentos, símbolo de la espiritualidad y de la civilización de un pueblo. Pero pienso sobre todo en las heridas internas: el sufrimiento de aquellos que han perdido a sus seres queridos y de quienes han visto dispersarse los sacrificios de una vida entera».
Ante este lamentable incidente en el que fallecieron tantas personas, el Sucesor de Pedro tuvo palabras de ánimo y de esperanza para las familias que perdieron a sus seres queridos y también sus hogares. «Ustedes se han esforzado en afrontar con espíritu evangélico la precaria situación causada por el terremoto, reconociendo y aceptando en los hechos dolorosos la misteriosa presencia de un Padre que es siempre amoroso, incluso en las pruebas más duras», recordó Francisco expresando así mismo su deseo de que «nunca decaiga la fuerza de ánimo, la esperanza y los dotes de laboriosidad que caracterizan a este pueblo y que sobre todo permanezca intacta su intención de no ceder al desaliento ante las dificultades que aún permanecen».
El Papa también quiso rendir homenaje a los fallecidos entregando una ofrenda floral ante el monumento que recuerda a las víctimas del terremoto. «Las heridas han sido curadas, pero permanecen y permanecerán para toda la vida las cicatrices. Mirando estas cicatrices... tengan el coraje de crecer y hacer crecer en sus hijos, esa dignidad, esa fortaleza, ese espíritu de esperanza que ustedes han tenido en el momento de las heridas», dijo el Santo Padre minutos antes de despedirse de la gente y de las autoridades que lo recibieron, para ponerse en marcha de regreso al Vaticano.