(InfoCatólica) Aunque D. Juan Zapatero asegura, en un artículo publicado en Eclesalia, que no es «admirador de la monja mediática» y no comulga «con muchas de sus ideas», valora positivamente las palabras que causaron escándalo a multitud de fieles:
En resumen, decía, más o menos, que no le afectaba para nada en cuanto a su fe se refiere el hecho que María y José hubieran vivido una vida de pareja y de matrimonio igual que la viven cualquiera de las parejas o matrimonios de nuestros días; por lo mismo, el sexo habría jugado un papel normal entre ellos, pues éste no solamente no es malo sino positivo y enriquecedor.
Y añade:
Según los acusadores, parece ser que sor Lucía había tirado por tierra con sus palabras, en un plis plas, uno de los dogmas fundamentales de la Iglesia Católica, el hecho que María fue virgen. Cosa que parece ser que no fue así, al menos en su intención no estuvo, según intentó matizar poco tiempo después.
A continuación, el sacerdote manifiesta el papel que juegan los dogmas de fe en su vida:
Por lo que a mí me toca, solamente he de decir que ¡qué mal si mi fe se fundamentara en los dogmas!; menos mal que no es así ni mucho menos; la verdad que no me quitan el sueño ni me aportan nada por lo que a mi fe se refiere. Ya va siendo hora de que maduremos un poco y que superemos ese tipo de escándalos que son fruto más bien de una cierta pusilanimidad bastante infantil y en muchos casos enfermiza. Y, ¿por qué no decirlo?, debidos también a la falta de formación que nunca se dio a través de la catequesis, entre otros. No obstante, reitero mis respetos a las personas que, por las razones que fuere, no son capaces o no se ven con fuerzas para dar un paso adelante tanto en este tema como en otros relativos a la fe y la religión; nadie tiene el derecho a exigirlas más.
Finalmente, el señor Zapatero da la razón a Sor Lucía:
Después de estos prolegómenos, quiero decir que sor Lucía Caram no iba desencaminada ni mucho menos, más bien todo lo contrario. Ella planteaba la virginidad de María a un nivel que va mucho más allá de lo que pudiera ser una cuestión física o biológica que, al fin y al cabo, aporta bien poco o nada a la hora de entender la grandeza y la importancia de María en relación con Jesús y con el proyecto maravilloso que llevó a cabo.